A través de Saúl, Jehová comienza a enseñar a su pueblo no sólo lo que significaría un rey sobre ellos, sino también cómo sería su Ungido mayor (es decir, el “Mesías” en hebreo, o “Cristo” en griego). El Cristo sería ungido con todo el poder del Espíritu Santo (Lucas 4:18) y, aunque rechazado por Israel por su apariencia (Isaías 53:2), el Cristo no dudaría en erigirse en campeón de Israel, luchando contra los mayores enemigos del pueblo de Dios hasta la muerte y resucitando victorioso en su resurrección.
¡Viva el Rey Jesús!