| Lecturas Bíblicas: Día 298 2 Reyes 6 | 1 Timoteo 3 | Daniel 10 | Salmos 119:1–24 |
A pesar de que Eliseo curó a Naamán, el comandante del ejército sirio en 2 Reyes 5, Siria intenta capturar a Eliseo en 2 Reyes 6. La razón es simple: él había revelado información militar sobre los sirios al profetizar al rey de Israel (2 Reyes 6:12). Pero cuando el rey de Siria envía su ejército para capturar a Eliseo, Jehová lo protege, de la misma manera que Jehová había protegido a Elías del rey Ocozías con fuego del cielo en 2 Reyes 1. El siervo de Eliseo se aterroriza al ver al ejército sirio, pero Eliseo lo calma explicándole: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.” (2 R. 6:16). Después de que Eliseo ora, Jehová abre los ojos del siervo para que vea la realidad: las montañas están llenas de caballos y carros de fuego enviados para protegerlos (2 R. 6:17).
Sin embargo, en lugar de aniquilar al ejército sirio de inmediato, Eliseo se limita a orar para que Jehová deje ciegos a los sirios (2 Re 6,18) y, luego (con algo de humor), Eliseo conduce al ejército cegado directamente a Samaria, la capital de Israel. Cuando el rey de Israel le pregunta si debe abatirlos (2 R 6:21), Eliseo insiste en que el rey debe mostrarles hospitalidad perdonándoles la vida, alimentándolos y enviándolos por su camino (2 R 6:22). Parece que este acto de misericordia surte efecto, ya que leemos que, finalmente, “nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel.” (2 R. 6:23).
Este es un pasaje magnífico para ayudar a los creyentes a entender cómo afrontar los miedos en nuestras vidas. Nuestro Señor Jesús ha prometido que estará con nosotros siempre, hasta el fin del mundo (Mt. 28:20), para que tengamos la confianza de que Él nunca nos dejará ni nos abandonará (Heb. 13:5). Y si Jesús promete permanecer a nuestro lado, también debemos recordar que Jesús es el comandante del ejército de Jehová (Jos. 5:14), lo que significa que trae consigo todos los carros de fuego del cielo en nuestra defensa.
Dicho de otro modo: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. (Rom. 8:31). Ningún poder en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra puede oponerse a nosotros, si Dios mismo es por nosotros; y si Dios ni siquiera escatimó a su Hijo unigénito por nosotros, sino que libremente lo entregó para que muriera en nuestro lugar a causa de su gran amor por nosotros, entonces, ¿cómo no va a protegernos Dios bondadosamente ahora (Rom. 8, 32)?
No importa qué ejércitos te rodeen, ora para que Dios abra los ojos de tu corazón y recuerdes que “el que está en ti es mayor que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).
