| Lecturas Bíblicas: Día 312 2 Reyes 21 | Hebreos 3 | Oseas 14 | Salmos 139 |
El reinado de Manasés es el golpe de gracia. Aunque Judá ha disfrutado de varios reyes buenos a lo largo de su historia -incluido el propio padre de Manasés, Ezequías, que buscó la liberación de Jehová de la amenaza de los asirios-, el reino del sur también ha experimentado su ración de reyes malvados. Sin embargo, no se trata de que Manasés sea otro rey moderadamente malvado de Judá, sino que Manasés supera incluso a los peores reyes de Judá, llegando incluso a quemar a su propio hijo como ofrenda, buscar presagios y adivinaciones de médiums y magos, erigir imágenes talladas en el templo y derramar sangre inocente (2 Re 21:6-7, 16). Por todo ello, Jehová considera que Manasés “ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos que fueron antes de él” (2 Re 21:11).
Pero mientras que en el pasado Jehová había concedido misericordia sobre misericordia, prolongando la longevidad de Judá por amor a David o por el puñado de reyes de Judá que caminaban en la justicia de David, ahora Jehová pronuncia que su misericordia ha llegado a su fin. Al contemplar todo el mal que ha hecho Manasés, Jehová declara solemnemente: “He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le retiñirán ambos oídos.” (2 Re 21:12). Como el pueblo de Jehová lo ha abandonado sistemáticamente desde el día en que lo sacó de Egipto, ahora Jehová traerá su juicio contra él (2 Re 21,13-15). Incluso el nieto de Manasés, Josías, uno de los reyes más piadosos que ha tenido Judá, sólo retrasará el juicio de Jehová en lugar de evitarlo por completo (2 Re 22:20).
En todo momento, el pueblo de Jehová ha sido incapaz de circuncidar su propio corazón para amar a Jehová con todo su corazón, alma, mente y fuerzas. Por lo tanto, el juicio de Jehová tiene que llegar para llevar a su pueblo a la nada, donde languidecerá no sólo bajo los babilonios, sino también bajo los medos y los persas, los griegos y, finalmente, los romanos. Pero es allí, en medio del juicio, donde Jehová pone en marcha su mayor acto de misericordia, amor de pacto y redención, porque sólo cuando las cosas están en su peor momento, Jehová enviará a su propio Hijo para evitar su ira por completo. Jesús lo hará, por supuesto, no reformando al pueblo de Dios durante una temporada, sino cargando con la maldición, el juicio y la ira de Jehová para que podamos ser libres.
En el fondo, tú y yo no somos mejores que Manasés. La diferencia entre él y nosotros no radica en alguna superioridad en nosotros, sino en la superioridad de la misericordia de Dios hacia nosotros en Jesucristo. Arrepiéntete de cualquier pecado que pueda conducirte más profundamente por el camino de Manasés y vuélvete con todo tu corazón en la fe hacia Jesucristo, el Hijo de Dios que te amó con su propia muerte.
