Lecturas Bíblicas: Día 309 2 Reyes 18 | Filemón 1 | Oseas 11 | Salmos 132, 133 & 134 |
Las palabras de Rabsaces de Asiria (el gran comandante del ejército de Asiria) en 2 Reyes 18 ofrecen una clase magistral de las estrategias de Satanás para hacernos dudar de la bondad de Jehová para con nosotros. Para empezar, tergiversa la obediencia de Ezequías al quitar los lugares altos sugiriendo que podrían haber sido los lugares altos de Jehová, diciendo: “Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es este aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías?” (2 R. 18:22). Luego, inventa la idea de que el propio Jehová había ordenado a Asiria destruir Judá: “¿Acaso he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.” (2 Re 18:25). Estos argumentos son tan convincentes para la gente que se encuentra en ese momento dentro de las murallas de Jerusalén, que los dirigentes ruegan a los asirios que hablen en arameo y no en la lengua de Judá para no asustar al pueblo llano de la ciudad (2 Re 18,26). Sin embargo, Rabsaces se niega y sigue atemorizando con sus mentiras.
De la misma manera, Satanás a menudo tergiversa nuestra obediencia argumentando que en realidad no hemos complacido a Dios, y Satanás nos dice que Dios sigue enojado con nosotros. Entonces, cuando intentamos contraatacar recordándonos la palabra de Dios para poder ahogar la palabra de Satanás, nuestro adversario simplemente toma una táctica diferente -y tiene muchas- para llevarnos a cuestionar el carácter de Dios. ¿Cómo luchamos entonces contra Satanás en medio de la duda?
La mejor instrucción para ayudarnos a luchar contra las mentiras de Satanás viene en el ejemplo de Jesús, quien enfrentó una confrontación directa con Satanás en el desierto en Mateo 4:1-11. Allí, Satanás ofreció exactamente lo que Jesús quería -comida en medio de cuarenta días de ayuno, la seguridad de que él era realmente el Hijo de Dios, y todos los reinos del mundo- a cambio de la obediencia y adoración de Jesús. En cada ocasión, Jesús derrotó al diablo con las Escrituras, demostrando no sólo cómo es el conocimiento verdadero de las Escrituras (ya que, de hecho, Satanás también citó las Escrituras en este encuentro), sino también lo que significa conocer a Dios a través de las Escrituras. Jesús no se dejó confundir por las sugerencias de Satanás de que Dios estaba reteniendo algo bueno, porque Jesús conocía el carácter de su Padre a través de las Escrituras. Jesús no citó las Escrituras como si estuviera diciendo palabras mágicas; más bien, estaba citando la evidencia de que Dios no era quien Satanás decía que era.
Mañana veremos cómo Ezequías mismo responde acudiendo a la palabra de Dios, pero hoy, hazte esta pregunta: ¿Qué tan bien conoces a Dios a través de la Biblia? ¿Las palabras de Satanás tienen influencia sobre tu mente y tus emociones, o te has saturado de las palabras de Dios para que tu comprensión cabal del carácter de Dios te dé la capacidad de mantenerte firme contra las mentiras de Satanás?