Noviembre 10: Meditación Bíblica para 2 Reyes 23

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Lecturas Bíblicas: Día 314
2 Reyes 23 | Hebreos 5 | Joel 2 | Salmos 142

En 2 Reyes 23, leemos un relato detallado de las principales reformas que Josías llevó a cabo en Judá. Este capítulo documenta la enorme grandeza de Josías como rey de la que empezamos a hablar en la meditación de ayer, pero también muestra las limitaciones de uno de los reyes más grandes de Judá.

Las reformas de Josías en el culto de Judá incluyen detener algunas cosas y restablecer otras. De este modo, Josías pone fin a la adoración falsa que su padre, Manasés, había establecido en Judá. Destruye los recipientes utilizados para adorar a dioses falsos (2 Re 23:4) y luego depone a los sacerdotes (2 Re 23:5), derriba los lugares de prostitución idolátrica (2 Re 23:7) y profana los altares, los lugares altos y las columnas utilizadas para el culto (2 Re 23:8-15). Por último, para cumplir una profecía anterior, sacrifica a los sacerdotes de los lugares altos y quema sus huesos en sus propios altares (2 Re 23:20; ver 1 Re 13:2).

Josías también restablece la observancia de la fiesta de la Pascua, que no se había celebrado debidamente desde los días de los jueces o durante la época de los reyes (2 Re 23,22-23; cf. 2 Cr 30). El restablecimiento de la Pascua por Josías significa un importante retorno al verdadero culto que Jehová había ordenado.

Sin embargo, a pesar de todas las cosas buenas que Josías hace en Judá, es incapaz de detener la marea de la ira de Jehová contra Judá. Jehová promete que su ira no llegará durante la vida de Josías (2 Re 22,20), pero también resuelve una vez más que “También quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel, y desecharé a esta ciudad que había escogido, a Jerusalén, y a la casa de la cual había yo dicho: Mi nombre estará allí.” (2 Re 23:27). Después de la trágica muerte de Josías en una batalla contra el rey Neco de Egipto (2 R 23:29-30), los dos hijos de Josías, Joacaz y Joaquín, hicieron el mal a los ojos de Jehová (2 R 23:32, 37), haciendo que la nación volviera a la idolatría que Josías se había esforzado tanto por erradicar de Judá.

A lo largo de la historia de la Biblia, hemos visto el fracaso absoluto de todas las medidas introducidas hasta ahora para reformar al pueblo de Jehová. Ni la entrega de la ley (Éx. 32), ni la recepción de la Tierra Prometida (Jos. 24:19), ni los jueces (Jue. 21:25), ni siquiera un rey piadoso como Josías son capaces de transformar al pueblo de Jehová o de alejar la ira de Jehová.

Sin embargo, a pesar del fracaso absoluto de Judá a la hora de circuncidar sus corazones, vemos cómo se sientan las bases para la entrada del propio Hijo de Dios, que aplacará la ira de Jehová soportándola él mismo, y que transformará los corazones del pueblo de Jehová derramando su Espíritu. Este es el punto de la historia de Judá en el que la oscuridad se hará mayor, señalando que se acerca el amanecer.

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