Meditación Bíblica para Éxodo 38

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin
Share on whatsapp
Share on telegram
Share on email

Lecturas Bíblicas: Día 86
Éxodo 38 | Juan 17 | Proverbios 14 | Filipenses 1

El atrio de Éxodo 38 parecía un gran patio con cortinas de lino alrededor. En el lado oeste del atrio estaba el tabernáculo, de modo que los adoradores entraban en el atrio con sus animales de sacrificio por el lado este del patio cerrado, de cara a la entrada del tabernáculo, al otro lado del patio, ya que la entrada al Jardín del Edén también era por el este (Gn. 3:24).1

Entre ellos y el tabernáculo, verían dos accesorios: el altar de bronce donde los sacerdotes ofrecían sus sacrificios a Jehová y la fuente de bronce donde los sacerdotes se limpiaban con agua antes de entrar en el tabernáculo. Estos dos elementos del atrio del tabernáculo anunciaban el mismo mensaje teológico de dos maneras diferentes: El pueblo de Dios ha sido contaminado por su pecado y necesita purificarse para acercarse a la santidad de Jehová.

Así pues, la primera parada de los sacerdotes (a los israelitas normales no se les permitía acercarse más al tabernáculo) era en el altar de bronce para ofrecer los sacrificios expiatorios y sustitutivos, ya que no puede haber perdón de los pecados sin derramamiento de sangre (Heb. 9:22). Pero más allá de la sangre del sacrificio, los sacerdotes necesitaban purificarse con agua, y por eso, cerca de la entrada del tabernáculo, continuaban su viaje de este a oeste (en última instancia, hacia el Lugar Santísimo, el punto más occidental del tabernáculo) deteniéndose en la fuente para limpiarse de las impurezas del mundo.2

Estos elementos del atrio nos enseñan mucho sobre el ministerio de Jesús. En primer lugar, el altar de bronce nos recuerda que la muerte de Jesucristo tiene una importancia teológica primordial y fundamental como sacrificio expiatorio y sustitutivo para perdonarnos del pecado. El autor de la carta a los Hebreos nos dice claramente que en Jesús tenemos un altar mucho mejor que el altar de bronce (Heb. 13:10), de modo que el propósito del altar de bronce era siempre apuntar hacia el altar de Jesús en la cruz.

Pero, en segundo lugar, el lavamanos prefigura las aguas purificadoras del bautismo. El bautismo cristiano simboliza tanto nuestra purificación mediante la sangre sacrificial de Jesucristo, como la purificación con agua que se prefigura en la fuente, y ambas nos señalan el lavado y la renovación del Espíritu Santo, que nos aplica personalmente la obra de Jesucristo para purificarnos y prepararnos para la santidad de Dios.

Escuchemos, pues, el encargo que recibimos en Hebreos 10,22: “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura“.

Mediante la sangre expiatoria de Cristo y el ministerio purificador del Espíritu Santo, acerquémonos a nuestro Dios santo.

Notas al pie

  1. G. K. Beale, The Temple and the Church’s Mission: A Biblical Theology of the Dwelling Place of God (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2004), 74. ↩︎
  2. Allen P. Ross, Recalling the Hope of Glory: Biblical Worship from the Garden to the New Creation (Grand Rapids, MI: Kregel, 2006), 193. ↩︎

¿Aún no recibes El Devocional en tu correo?

Suscríbete para recibir diariamente el estudio bíblico correspondiente completamente gratis.

Lee nuestra [link]política de privacidad[/link] para más información.

Iglesia Reformada Calvary en Santa Marta, Colombia.
Dirección: Carrera 21 Calle 29F- 17 Barrio Los Faroles; Avenida del Ferrocarril.
Contacto: (5)4228013 – (+57) 312 650 64 93.

© 2024 Iglesia Reformada Calvary