Lecturas Bíblicas: Día 81
Éxodo 33 | Juan 12 | Proverbios 9 | Efesios 2
En Éxodo 32 vimos la primera parte de la ira de Dios contra la monstruosa idolatría de Israel, cuando se fabricaron un becerro de oro para adorarlo y se atrevieron a llamarlo Jehová. En respuesta, Jehová envió a los levitas a través del campamento para matar a sus compatriotas israelitas, y luego envió una plaga contra Israel. Sin embargo, se abstuvo de exterminar a Israel.
En la lectura de hoy, sin embargo, cae el otro zapato. Al principio, las cosas parecen prometedoras: Jehová ordena a Moisés que abandone el monte Sinaí para conducir al pueblo de Israel a la Tierra Prometida de Canaán. Es más, Jehová dice que enviará un ángel para que expulse a los habitantes de esa tierra, de modo que el pueblo de Israel pueda establecerse en la tierra que mana leche y miel (Éx. 33:1-3).
Pero luego Jehová dice lo siguiente: “pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.” (Ex. 33:3). Inmediatamente, el pueblo entiende esta palabra como desastrosa, despojándose de todo ornamento y poniéndose de luto (Ex. 33:4-6).
Pero, ¿por qué sería ésta una situación tan horrible para Israel? Si Israel aún hereda la Tierra Prometida con todas sus riquezas y comodidades, y si Jehová aún le enviará un ángel en el camino, ¿qué más podría pedir?
Como hemos hablado muchas veces, la historia de la Biblia trata de cómo Dios vuelve a habitar en medio de su pueblo. Desde el día en que Adán y Eva pecaron en el Jardín del Edén, rompiendo la comunión perfecta de la que disfrutaban, Dios ha estado trabajando en un plan de redención para reclamar y restaurar a su pueblo, limpiándolo de su pecado y de la muerte para que pueda morar con él para siempre en santidad y en paz.
Si Dios da a su pueblo todas las bendiciones y comodidades materiales que pueda desear, pero no les da a Él mismo, entonces todo lo que ha sucedido hasta ahora no habría servido para nada. Sería como si una mujer intentara disfrutar de su banquete de bodas a pesar de que su prometido hubiera muerto el día anterior a la boda.
Nunca olvides que el Evangelio no trata de lo que Dios puede hacer por ti. El evangelio es acerca de Dios: conocerlo, glorificarlo, morar con él y disfrutarlo para siempre. Si Dios te diera la gloria del cielo pero no estuviera allí, Dios te estaría dando el infierno. Fuiste hecho para glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre, y todo lo que no sea eso es muerte.1
Medita en las palabras de Jesús de Juan 17:3: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” La vida eterna es conocer a Dios y conocer a Jesucristo, a quien Dios ha enviado.
- Vea el hermoso libro de John Piper, God Is the Gospel: Meditations on God’s Love as the Gift of Himself (Wheaton, IL: Crossway Books, 2005). ↩︎