¿Lloró Jesús como cualquier otro bebé? Algunos villancicos que cantamos en esta época del año parecen sugerir lo contrario, como Allá en el pesebre:
Ahora, no estoy seguro de que la letra tuviera la intención de implicar que Jesús nunca lloró, pero independientemente de ello, debemos ser muy claros en afirmar que Jesús fue un ser humano real que lloró siendo bebé como el medio normal para expresar sus necesidades -hambre, fatiga, deseo de ser abrazado. Además, Jesús, el “varón de dolores” (Isaías 53:3), lloró siendo adulto (Juan11:35).
A menos que fuera completamente Dios y completamente hombre, unido en una sola persona, Cristo no puede salvar a otros seres humanos. Como escribió Gregorio de Nacianceno: “Porque lo que no asumió, no lo curó; pero lo que está unido a Su Deidad también se salva”. Sería un grave error de Cristología (teología acerca de Cristo) sugerir que Cristo no era completamente humano de alguna manera.
Jesús lloró, pero no de la misma manera
Pero si es un error de Cristología sugerir que Jesús nunca lloró, también es un error de antropología, (teología sobre los seres humanos), sugerir que todo llanto infantil es inocente. Todos los bebés (excepto Jesús) heredan la maldición del pecado desde el vientre (Salmos 51:5), lo cual retuerce cada parte de nuestra humanidad incluso desde nuestros primeros días.
Agustín, el padre de la iglesia, reflexiona sobre la naturaleza cargada de pecado de los bebés que lloran en su autobiografía, Confesiones:
Jesús lloró, pero como no tenía pecado, no lloró de la misma manera que lo hacen otros bebés.
Jesús también vino a salvar bebés
Es difícil para nosotros comprender qué tan profundo es el laberinto de nuestra depravación. Los bebés son lindos, pero también son esclavos del pecado, nacidos con una necesidad desesperada de un Salvador sin pecado.
Jesús vino a buscar y salvar a los perdidos, e incluso los recién nacidos necesitan el milagro del nuevo nacimiento del Espíritu Santo (Salmos 22:9-10; Lucas 1:15, 41; Lucas 18: 15-17) de modo que Dios mismo, un día, también enjugará toda lágrima de sus ojos (Apocalipsis 21: 4).
Este texto se publicó originalmente en: jacobgerber.org
Publicado y traducido con permiso por Juan Ortega