Diciembre 14: Meditación Bíblica para 2 Crónicas 16

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Lecturas Bíblicas: Día 348
2 Crónicas 16 | Apocalipsis 5 | Zacarías 1 | Juan 4

Ayer, en 2 Crónicas 14-15, vimos los aspectos positivos del reinado del rey Asa sobre la nación de Judá, que se dieron con mucho mayor detalle que lo que habíamos visto en el relato de Asa en 1 Reyes 15. Pero mientras que los libros de Crónicas suelen presentar descripciones idealizadas de los reyes, en comparación con lo que leemos en los libros de Samuel y de Reyes, en 2 Crónicas 16 encontramos una descripción mucho más detallada de la rebelión del rey Asa en su vejez que la que leemos en 1 Reyes 15.

De hecho, la narración de 1 Reyes 15 no nos dice explícitamente nada negativo sobre el reinado del rey Asa. Sí encontramos el relato de cómo Asa buscó un pacto con Ben-adad, rey de Siria, para ponerse del lado de Judá y oponerse a Baasa, rey de Israel (1 R. 15:16-21), pero la narración de 1 R. 15 no nos dice cómo debemos juzgar esa acción. Para encontrar un pronunciamiento definitivo de que esto fue pecaminoso, en realidad tenemos que ir a 2 Crónicas 16, donde Hanani el vidente se enfrenta a Asa, diciéndole: “Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos” (2 Cr. 16:7).

Pero, sorprendentemente, Asa no responde a esta palabra profética con arrepentimiento, como cabría esperar. Mientras que David (1 Cr. 21:8-30) y Roboam (2 Cr. 12:6-8) se humillan arrepentidos ante Jehová, Asa se enfada con Hanani y lo mete en la cárcel, y luego, a medida que Asa endurece aún más su corazón, leemos que Asa “oprimió en aquel tiempo a algunos del pueblo” (2 Cr. 16:10). Finalmente, al final de la vida de Asa, cuando está enfermo de los pies, el rey sigue endureciendo su corazón contra el Señor: “y en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos” (2 Cr. 16:12). El punto de este versículo no es sugerir que acudir a médicos o doctores es de alguna manera una marca de fe deficiente; más bien, el punto es que Asa acude a médicos durante sus últimos días específicamente para evitar humillarse, arrepentirse y buscar a Jehová.

Aunque Dios nos asegura que no hay pecado tan grande que pueda separarnos del amor y del poder redentor de Cristo Jesús (Rom. 8:31-39), también encontramos advertencias a lo largo de las Escrituras de que cuando endurecemos nuestros corazones contra el arrepentimiento, llega un momento en que ya no queremos arrepentirnos. Permíteme suplicarte: no descuides la gracia del arrepentimiento, no sea que tu corazón se endurezca al final de tu vida y llegue a ser como el de Asa, apartado de la gracia de Jesús por tu propia rebelión.

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