Lecturas Bíblicas: Día 154
Deuteronomio 7 | Salmos 90 | Isaías 35 | Apocalipsis 5
Deuteronomio 7 presenta la segunda mejor lógica circular de la Biblia. Permítanme explicar lo que quiero decir señalando Deuteronomio 7:6, donde Moisés recuerda a Israel que “eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra“.
En este punto, Moisés hace una pausa para plantearse una pregunta: ¿Por qué ama el Señor a Israel? A esta pregunta parece referirse Moisés en el versículo siguiente: “No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos” (Dt 7,7). Por lo general, más grande se consideraría mejor, pero el tamaño de Israel no fue la razón por la que el Señor ama a Israel, ya que Israel no era una nación grande.
¿Por qué, entonces, ama el Señor a Israel?
La respuesta viene en Deuteronomio 7:8: “…sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto“.
¿Has captado la razón por la que Jehová ama a Israel? “Es porque el SEÑOR te ama“. Dios ama a su pueblo porque lo ama. La razón no tiene nada que ver con el pueblo y todo que ver con el amor rico, gratuito y misericordioso de Dios que derrama sobre nosotros. El amor de Jehová se basa en una magnífica lógica circular.
Comparemos Deuteronomio 7 con la lógica circular más hermosa de la Biblia, que se encuentra en Efesios 2. Allí, Pablo comienza su carta catalogando la abundante gracia que Dios ha derramado sobre su pueblo: “En amor nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el designio de su voluntad” (Efesios 1:4b-5).
Pero, ¿por qué? ¿Por qué Dios nos bendijo en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (Ef 1,3) o nos eligió desde antes de la fundación del mundo (Ef 1,4) o nos redimió mediante la sangre de Jesús (Ef 1,7) o nos selló el anticipo de nuestra herencia con el Espíritu Santo (Ef 1,13-14)? ¿Por qué Dios nos dio vida juntamente con Cristo y nos resucitó para sentarnos con Él en los lugares celestiales (Ef. 2:5-6)?
La respuesta es sencilla: Dios lo hizo todo “por el gran amor con que nos amó” (Ef. 2:4). En otras palabras, nos prodigó su amor porque nos amaba.
