Lecturas Bíblicas: Día 167
Deuteronomio 21 | Salmos 108–109 | Isaías 48 | Apocalipsis 18
Deuteronomio 21:22-23 contiene información esencial para entender la crucifixión de Jesús. Aquí vemos que la cruz no fue un error de última hora, sino que Jehová había estado preparando desde el principio la ejecución de su propio Hijo en un madero. Deuteronomio 21 nos ayuda a entender mejor la crucifixión de Cristo de tres maneras.
Primero, ser colgado de un madero era sólo para el más atroz de los crímenes. De estos versículos se desprende claramente que no todas las penas de muerte requerían ser colgadas en un madero: sólo se colgaba a la vista de toda la nación a quienes habían cometido un crimen inusualmente horrendo. Había crímenes que requerían la pena de muerte, pero la frase “y lo colgaréis en un madero” (Deut. 21:22) era una humillación extra que podía añadirse al castigo por un crimen capital.
En segundo lugar, la razón por la que colgar de un madero era un castigo reservado para los peores crímenes es que cualquiera que fuera colgado de un madero era considerado maldito por Dios (Dt. 21:23). Había un nivel adicional de vergüenza sobre el criminal cuyo cuerpo era colgado de un madero, visible para todos, lo que significaba que la ira de Dios se había vuelto contra él.
En tercer lugar, esta maldición era tan poderosa que infectaría toda la tierra si el hombre maldito no era retirado y enterrado antes del anochecer (Deut. 21:23). No estamos hablando de un leve disgusto de Dios, estamos hablando de una profunda maldición que afectaría a la creación misma si Israel no tomaba medidas específicas para evitar profanar la tierra que Dios les daba como herencia.
Para muchos judíos, ésta era una prueba clave contra las afirmaciones de que Jesús era el Mesías: ¿cómo podía ser el siervo elegido de Dios un hombre que había sido crucificado en un madero? Sin embargo, el apóstol Pablo señala esta disposición de la ley como prueba para creer en Cristo en Gálatas 3:13, al escribir que Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado en un madero’“.
Mientras todos estábamos bajo la maldición de la ley -y mientras hasta la creación había sido infectada por esta maldición (Rom. 8:18-25), Jesucristo se convirtió en maldición por nosotros al morir en un madero en nuestro lugar. Lo hizo, explica Pablo, para redimirnos de la maldición de la ley y traernos a los gentiles la bendición de Abraham, para que recibiéramos por la fe el Espíritu prometido (Gal 3:13-14). Aunque toda esta teología se estableció en Deuteronomio, su significado no quedó claro hasta que vino Jesús.
Comprende: tú eres el criminal que merece colgar maldito del madero. Alaba hoy a Dios por su misericordia al entregar a su propio Hijo a tu maldición.