Lecturas Bíblicas: Día 206
Jueces 8 | Hechos 12 | Jeremías 21 | Marcos 7
En Jueces 6-7, podríamos haber desarrollado grandes esperanzas acerca del potencial de Gedeón. Se trataba de un hombre que comenzó su servicio a Jehová con extrema humildad, insistiendo en que era el hombre más pequeño del clan más débil de todo Israel (Jue. 6:15). Sin embargo, Jehová le dio señales para confirmar su llamada a cada paso del camino. Si había alguien que debería haber comprendido su propia fragilidad y el poder de Jehová, ése era Gedeón. Pero aquí, en Jueces 8, leemos dos historias sobre cómo la vida de Gedeón trágicamente no terminó de la manera en que comenzó.
La primera historia es en realidad una continuación de la batalla de Israel contra Madián de Jueces 7. En Jueces 8, Gedeón y sus 300 hombres siguen persiguiendo a Zeba y Zalmuna, los reyes de Madián, hasta Sucot. Allí, Gedeón pide pan para mantener las fuerzas de sus hombres, pero los funcionarios de la ciudad se niegan a proporcionarles alimentos por miedo a apoyar a un ejército perdedor (Jue. 8:4-6). Este rechazo enfurece a Gedeón, y cuando finalmente captura a los dos reyes madianitas, regresa para destrozar la carne de los funcionarios de Sucot con espinas y zarzas (Jue. 8:13-16), pero luego reacciona de forma exagerada hasta el punto de matar al resto de los hombres de la ciudad (Jue. 8:17).
Por desgracia, la segunda historia es aún peor. En Jueces 8:22-28, el pueblo de Israel suplica a Gedeón que gobierne sobre ellos, él y sus hijos después de él. A su favor, Gedeón se niega a convertirse en rey (Jueces 8:23), pero entonces la historia da un giro terrible. En una escena que recuerda mucho a la historia del becerro de oro de Éxodo 32, Gedeón pide al pueblo sus pendientes de oro, que él funde en un efod -probablemente un manto cargado de oro con un claro significado religioso, tal vez construido para parecerse al efod reservado para que lo llevaran los sacerdotes de Israel (Éx. 28:6-14, 39:2-5)-.1
No se nos dan muchos detalles sobre este efod, excepto que se convirtió en una trampa para Israel, e incluso para Gedeón y la familia de Gedeón, llevándoles a prostituirse tras el efod, es decir, a usarlo como parte de la adoración a dioses falsos (Jue. 8:27). Cabe señalar que en los capítulos posteriores de Jueces, se vuelve a crear un efod explícitamente para la adoración de ídolos (Jue. 17:5, 18:14-20).
El mero hecho de que empecemos bien nuestra carrera no significa necesariamente que la acabemos bien. A medida que crecemos, debemos permanecer vigilantes para no dejar que se enfríe nuestro amor por el Señor, ni empezar a alimentar la amargura de la justicia propia, el orgullo y la arrogancia hacia los que nos rodean, incluso cuando otros nos hacen daño.
Aprende de la historia de Gedeón y ora para que Dios te conceda la gracia necesaria para perseverar y completar el camino que tienes por delante.
Notas al pie
- C. J. Goslinga, Joshua, Judges, Ruth, trans. Ray Togtman (Grand Rapids: Regency Reference Library, 1986), 351–52. ↩︎