Lecturas Bíblicas: Día 193
Josué 16–17 | Salmos 148 | Jeremías 8 | Mateo 22
En Josué 16-17 continúa el reparto de la Tierra Prometida a las tribus de Israel. Ya en Josué 15, Judá había recibido su herencia, y ahora, en Josué 16-17, leemos sobre la herencia de las dos medias tribus descendientes de José, Manasés y Efraín. Mientras que todas las demás tribus llevan el nombre de los descendientes directos de Jacob, las tribus de Manasés y Efraín llevan el nombre de los nietos de Jacob. Como se recordará, Jacob había adoptado a los dos hijos de José como propios para que Manasés y Efraín recibieran cada uno una porción entera de la herencia de Jacob, en lugar de dividir la porción única de José de la herencia de Jacob (Gn. 48:5-7).
Esta historia está detrás de la pregunta de las dos tribus de José en Josué 17:14: “Y los hijos de José hablaron a Josué, diciendo: ¿Por qué nos has dado por heredad una sola suerte y una sola parte, siendo nosotros un pueblo tan grande, y que Jehová nos ha bendecido hasta ahora?“. Si no conocemos los antecedentes, podríamos leer esto y pensar que las tribus de Manasés y Efraín simplemente estaban siendo codiciosas y egoístas, yendo a espaldas de las otras tribus para pedir una bendición especial. Pero en realidad, las tribus de José estaban pidiendo la doble bendición que les había prometido originalmente el propio Jacob.
La respuesta de Josué, sin embargo, es fascinante. En lugar de simplemente dar a las tribus de Efraín y Manasés otra porción conquistada de la tierra, Josué les señala la tierra que ya se les ha dado y les insta a limpiar los bosques de la región montañosa de Efraín y a expulsar a los cananeos restantes de esas regiones (Jos. 17:15, 18). Pero, lamentablemente, las tribus de José no terminan la conquista y permiten que los cananeos sigan viviendo en su tierra (Jos. 16:10, 17:12).
Hermanos y hermanas, a través de esta historia, Jesús nos llama a completar la conquista. Él ha heredado toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18), pero debe reinar para poner a todo enemigo bajo sus pies (1 Co. 15:24-28). Con este fin, ha establecido su iglesia en la tierra para que sea el lugar donde florezca su reinado y gobierno. En su Iglesia, Jesús está construyendo su reino, un reino contra el que las puertas del Hades no pueden prevalecer (Mt. 16:18).
Pero Jesús pide a sus santos que sean perseverantes (Apoc. 14:12). Sigamos adelante con el poder del Espíritu Santo de Dios, armados con toda la armadura de Dios (Ef. 6:10-20), haciendo el trabajo para el que nuestro Padre Celestial nos ha llamado mientras Jesús construye su reino en la tierra. No dejen la conquista inconclusa, sino sigan adelante hasta el día en que Jesucristo aparezca con su ejército de santos para llevar la guerra a su fin.