Lecturas Bíblicas: Día 191
Josué 12–13 | Salmos 145 | Jeremías 6 | Mateo 20
El final de Josué 11 marcó la última guerra bajo el liderazgo de Josué. En Josué 11:23, leemos este resumen de la conquista israelita de la Tierra Prometida: “Y tomó Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés.” Ahora bien, es importante entender que esto no significa que Israel haya tomado realmente hasta el último pedazo de la Tierra Prometida. Jehová lo aclara en Josué 13:1, diciéndole esto a Josué: “Eres viejo y entrado en años, y aún te queda mucha tierra por poseer”. Este dato no contradice el resumen de que “Josué tomó toda la tierra“, sino que simplemente lo matiza. A grandes rasgos, Jehová ha cumplido su promesa a Israel, introduciéndolo plenamente en la tierra, pero aún queda trabajo por hacer.
La mejor analogía sería el Día D, la invasión de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial el 6 de junio de 1944. Cuando las fuerzas aliadas tomaron Normandía, la misión de invadir Europa continental estaba en gran parte cumplida; según muchos historiadores, el Día D fue el momento en que se selló la victoria final de los aliados. Sin embargo, aún quedaba mucho por hacer, de modo que la guerra en Europa no terminó del todo hasta el Día V-E (Día de la Victoria en Europa), once meses después, el 8 de mayo de 1945.
Pero al mismo tiempo, la historia también está planteada para que Israel no pueda completar su misión en el libro de los Jueces. Es como si, tras capturar Normandía, las Fuerzas Aliadas decidieran declarar la victoria y dejar de luchar. Al dejar a los pueblos en Canaán, Israel cae una y otra vez en un largo ciclo de idolatría y sometimiento por potencias extranjeras, hasta el punto de que Jehová envía a su pueblo al exilio bajo los asirios y los babilonios.
Pero debemos seguir leyendo la historia de Israel más allá de su exilio. Allí descubrimos que Dios fue fiel en cumplir cada palabra de sus promesas, incluso cuando Israel desobedeció, e incluso cuando la fidelidad exigió que Dios entregara a su amado Hijo para ser crucificado a manos de hombres malvados. En la cruz, Dios demostró su fidelidad absoluta por toda la eternidad.
La tragedia del libro de Josué es que esta victoria no duraría. Tras la muerte de Josué, Israel volvería a olvidarse de Dios. Josué es, pues, una advertencia para que no hagamos naufragar nuestra fe. No abandonemos la lucha de la fe. Jesús promete ir con nosotros hasta el fin del mundo (Mt. 28:20), y para cumplir esa promesa, nos ha dado su propio Espíritu para guiarnos y conducirnos en cada paso del camino hasta el día en que Jesús mismo regrese para traer su victoria por completo a este mundo. Por lo tanto, sé fuerte y muy valiente, porque el Señor, tu Dios, está contigo dondequiera que vayas (Jos. 1:9).