Lecturas Bíblicas: Día 36
Génesis 38 | Marcos 8 | Job 4 | Romanos 8
Como Jacob fue renombrado Israel después de luchar con Dios en Génesis 32:28, los hijos de Israel sirvieron entonces como jefes de las tribus de Israel. Y de todas las tribus de Israel, la tribu de Judá (llamada así por el hombre del que leemos en Génesis 38) acabará desempeñando un papel inusualmente importante en la historia del plan redentor de Dios en este mundo.
Por ejemplo, al final del Génesis, aprenderemos que Judá es la tribu de la que saldrán los reyes, ya que Jacob profetizará en su lecho de muerte que “No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.” (Gen. 49:10). Esa profecía se cumplirá cuando el profeta Samuel unja un nuevo rey sobre Israel llamado David, un joven de la tribu de Judá (1 Sam. 16). Después de que David reine por un tiempo, Dios jurará que su reino nunca pasaría, diciéndole esto: “Y tu casa y tu reino serán afirmados para siempre delante de mí. Tu trono será firme para siempre” (2 Sam. 7:16).
Pero en última instancia, el Señor Jesucristo nace en la tribu de Judá como descendiente directo del propio rey David. Cuando Dios prometió que el reino de David permanecería para siempre, cumplió esa promesa estableciendo al hijo de David, Jesucristo, como el Rey de reyes que reinará para siempre. De hecho, uno de los títulos especiales que ostenta Jesús es el de León de la Tribu de Judá (Ap. 5:5).
Con esto en mente, sin embargo, resulta extraño leer el relato de Judá que se nos ofrece en Génesis 38. Aunque podríamos pensar que Judá era un hombre recto, fuerte y honrado a los ojos del Señor, leemos sobre un canalla. Después de que sus dos hijos mueren por su maldad, Judá acaba contratando a su nuera viuda Tamar como prostituta. Luego, cuando este descubre que Tamar está embarazada, exige que la quemen viva como castigo por su inmoralidad hasta que ella demuestre que Judá es el padre de su hijo.
¿Así que este es el hombre de quien Dios un día levantaría al Rey David, y eventualmente al mismo Jesús? ¿Este es el hombre que sería fundamental en la salvación de la raza humana según el plan de redención de Dios?
Como veremos más adelante en el libro del Génesis, la historia de Judá no termina aquí: madurará de manera significativa y sorprendente. Pero aun así, el propósito de Génesis 38 es demostrar que Dios no salvaría al mundo a través de personas inmaculadas, sino a través de pecadores quebrantados y miserables.
Y si Dios pudo salvar al mundo a través de la descendencia de un hombre como Judá, entonces Dios puede salvar a hombres y mujeres como tú y como yo.