Lecturas Bíblicas: Día 34
Génesis 35–36 | Marcos 6 | Job 2 | Romanos 6
En todo lo que hemos leído hasta ahora, Jacob ha estado en constante angustia. Desde el principio de su vida, cuando engañó a su hermano Esaú y engañó a su padre Isaac, Jacob ha estado huyendo, siendo objeto de malos tratos por parte de su tío y viviendo bajo la nube amenazadora de la incertidumbre a causa de los heveos. Parece que hace mucho tiempo que Dios había bendecido a Jacob en Génesis 32, cambiándole el nombre por el de Israel. De hecho, no encontramos a Jacob llamándose Israel en Génesis 33 ni 34.
Pero en Génesis 35, vemos a Dios renovando y restableciendo sus promesas de alianza a Jacob. Dios se dirige a él y le ordena que vaya a Betel y construya un altar, tal como lo había hecho cuando huía de Esaú. Jacob ordena a su familia que se deshaga de los dioses extranjeros -quizá los dioses extranjeros que Raquel había robado a Labán en Génesis 31- y que se purifiquen.
Y una vez más, Dios, por pura gracia, protege y preserva a Jacob en el camino: “Y salieron, y el terror de Dios estuvo sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob.” (Gen. 35:5). Esta habría sido quizás una oportunidad para destruir a la familia de Jacob por lo que Simeón y Leví habían hecho a los heveos en Génesis 34, pero Dios los protege a Jacob y a su familia de cualquier daño.
De todos modos, Dios renueva su pacto con Jacob en Betel. Renombra a Jacob, de modo que “ya no te llamarás Jacob, sino Israel será tu nombre” (Gen 35:10). Dios promete que Jacob sería el antepasado de una gran nación, y también de un conjunto de naciones (incluidos muchos reyes), además de reafirmar su promesa de dar la tierra de Canaán a la descendencia de Jacob después de él.
Es difícil leer esta historia sin confundirse acerca de los propósitos de Dios hacia Jacob. ¿Por qué Jacob? ¿Qué le hace tan especial para que Dios haya elegido a este canalla mentiroso e intrigante para ser el homónimo de Israel, el pueblo especial de Dios que eligió de entre todos los pueblos de la tierra? A pesar de los repetidos fracasos de Jacob, ¿por qué Dios renueva su pacto con Jacob en lugar de cancelarlo?
En realidad, Dios se deleita en demostrar su gracia hacia los grandes pecadores. Le encanta salvar a la gente del fracaso y el caos para que él se lleve toda la gloria, así que no podemos equivocarnos al pensar que Dios logró lo que logró reuniendo a un equipo de ensueño de seres humanos. Dios no eligió a las personas más ejemplares para traer al mundo la descendencia prometida: eligió a personas como Jacob.
Y Dios sigue eligiendo a personas como Jacob: Dios nos elige a ti y a mí para que Él obtenga toda la gloria en Jesucristo. Como Jacob, no podemos jactarnos de nada en presencia de nuestro Dios bondadoso y soberano.