Lecturas Bíblicas: Día 57
Éxodo 9 | Lucas 12 | Job 27 | 1 Corintios 13
Mientras se producen las plagas en Éxodo 9, Moisés sigue predicando la palabra de Jehová al faraón. Cada vez que se encuentran, Moisés da un poco más de la palabra de Jehová, y en Éxodo 9 nos encontramos con uno de los discursos más interesantes que Jehová hace a través de Moisés cuando explica por qué está enviando las plagas:
“Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.“. (Ex. 9:15-16)
Hemos examinado brevemente el versículo 16 en nuestra meditación para Éxodo 7, pero hay algunos otros puntos en los que debemos centrar nuestra atención.
En primer lugar, Dios levantó al faraón específicamente para mostrar su poder a través de él. Todo el poder y la riqueza que Dios le dio al Faraón -y que este malinterpretó como prueba de su propia gloria y no como la misericordiosa generosidad de Dios- sólo sirvieron para subrayar la derrota del Faraón por parte de Dios. Si ni siquiera el rey más poderoso de toda la tierra puede enfrentarse a Jehová, ¿quién podría hacerlo?
En segundo lugar, a pesar de que el propósito de Dios era exaltarse a sí mismo sobre el faraón, no obstante mostró una cantidad significativa de gracia hacia el faraón. Dios explica que si hubiera querido, ya hubiera eliminado a todo Egipto de la tierra. Sí, Dios trae juicio contra el arrogante Faraón, pero hay sin embargo una cantidad significativa de gracia en prolongar ese juicio y en predicar al Faraón su necesidad de arrepentimiento ante Jehová.
En tercer lugar, debemos reconocer que el juicio y la gracia de Dios no se oponen entre sí. No es que Dios tenga lados dualistas en su personalidad, de modo que el lado de la “gracia” esté batallando constantemente con el lado del “juicio” y que cada lado obtenga sus victorias de vez en cuando. De hecho, debemos reconocer que Dios juzga al Faraón precisamente porque quiere extender la gracia a todo el mundo.
El propósito de que Dios juzgue al faraón es “para que mi nombre sea proclamado en toda la tierra” (Éx. 9:16). En otras palabras, el propósito detrás del juicio de Dios es glorificarse a sí mismo para que el mundo pueda llegar a creer en él para la salvación.
Y en esto, vemos una sombra del propósito detrás del derramamiento de Dios de su justo juicio e ira por nuestro pecado sobre la cabeza de Jesucristo, su Hijo amado. Dios no envió el juicio por enviarlo, sino que lo envió para extender gracia al mundo, para que todos los que se arrepientan de sus pecados (a diferencia del Faraón) y crean en el nombre del Señor Jesucristo se salven.