Meditación Bíblica para Génesis 50

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Lecturas Bíblicas: Día 48
Génesis 50 | Lucas 3 | Job 1617 | 1 Corintios 4

Como comentamos en la meditación de Génesis 45, José evalúa el sufrimiento que padeció en vida de un modo sorprendente. En lugar de verse a sí mismo como la víctima de un trato totalmente injusto (que sin duda lo fue), José comprendió que Dios había orquestado soberanamente los acontecimientos de su vida para ponerlo al frente de la ayuda a Egipto para sobrevivir durante los siete años de hambruna, llegando incluso a decir a sus hermanos: “Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios…” (Gen. 45:8).

Y en la lectura de hoy del Génesis 50, José expresa la misma perspectiva. Cuando sus hermanos empiezan a temer que la muerte de Jacob haya eliminado la única protección que impedía a José vengarse de ellos, inventan que Jacob pidió en su lecho de muerte que José perdonara a sus hermanos. Cuando se lanzan ante José, implorando su misericordia, él les asegura que no tiene intención de hacerles daño, diciendo: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.” (Gen. 50:20).

Esta fe es asombrosa, pero José da testimonio de la complicada relación entre la soberanía de Dios y nuestra responsabilidad. José no ignora lo que han hecho sus hermanos, sino que los hace responsables de haber cometido mal (Gen. 50:20). Ciertamente perdona a sus hermanos, pero no resta importancia a su traición.

José simplemente se niega a calificar de maldad toda la experiencia de su vida. Más bien, mira lo que ha sucedido y ve la mano soberana de Dios, y califica los decretos soberanos de Dios como buenos.

Aunque la Biblia nunca desentraña del todo este misterio de cómo encaja la soberanía de Dios con nuestra responsabilidad, sí vemos una rica comprensión de este problema que nos ayuda a evitar dos errores opuestos. Por un lado, la Biblia se toma el mal muy en serio -tan en serio, de hecho, que el propio Hijo de Dios tuvo que morir para enfrentarse a todos los furiosos poderes del infierno en la cruz- pero, por otro lado, la Biblia también insiste en que Dios es soberano sobre los asuntos de esta tierra.

Él mismo nunca comete mal, incluso cuando personas como José tienen que sufrir un mal significativo en sus vidas. En su soberanía, hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que le aman (Rom. 8:28), incluso si cada uno de los acontecimientos específicos a lo largo del camino no son necesariamente el resultado del bien en este mundo.

La cuestión apremiante de esta historia no es tanto averiguar cómo funciona exactamente la soberanía de Dios para el bien en y a través del mal humano. Más bien, la pregunta apremiante es la siguiente: ¿Confiaremos tú y yo en Dios, como lo hizo José, a pesar de todo el mal al que nos enfrentaremos?

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