Lecturas Bíblicas: Día 30
Génesis 31 | Marcos 2 | Ester 7 | Romanos 2
El tiempo que Jacob ha vivido con Labán ha sido una experiencia terrible. En todo momento, Labán ha mentido a Jacob y le ha estafado en lo que le prometió, primero dándole a Jacob a Lea en lugar de Raquel como esposa y segundo robándole el salario de Jacob de los animales rayados, manchados y moteados. En Génesis 30, Jacob había encontrado una técnica para criar más de esos animales pelando palos, y ahora, al principio de Génesis 31, nos encontramos con que los hijos de Labán han empezado a volverse contra Jacob y su familia porque Jacob se ha enriquecido demasiado.
No es pequeño el alivio, cuando la llamada de Jehová a Jacob para que abandone a Labán y regrese a Canaán llega finalmente en Génesis 31:3: “Vuelve a la tierra de tus padres y a tu parentela, y yo estaré contigo“. Después de servir a Labán durante veinte años (Gen. 31:41), Jacob regresará por fin a la tierra que Dios había prometido a su abuelo, Abraham, a su padre, Isaac, a él mismo y a su descendencia.
Al comienzo del viaje de regreso de Jacob a casa, tenemos dos momentos que nos ayudan a comprender la perspectiva de Dios respecto a la relación entre Jacob y Labán. En primer lugar, cuando Jacob está explicando a sus esposas las razones por las que tienen que dejar la casa de su padre para volver con él a la tierra de Canaán, Jacob les habla de la visión que tuvo de Dios, que parece ser el relato más completo de la visión en la que Jehová le dijo a Jacob que volviera a la tierra de Canaán en Génesis 31:3.
En esta visión, Dios le dice a Jacob que él mismo ha hecho que todas las cabras sean rayadas, manchadas y moteadas -es decir, el tipo de cabras que Jacob podría reclamar como suyas, según el acuerdo al que llegó con Labán en Génesis 30:31-34- y Dios explica que hizo esto porque “he visto todo lo que Labán te está haciendo” (Génesis 31:12). A lo largo de este tiempo turbulento, Dios ha estado preservando, bendiciendo y haciendo florecer a Jacob. Dios no se vio obligado a engendrar ovejas manchadas o moteadas por las prácticas de cría de Jacob; más bien, Dios bendijo bondadosamente a Jacob para protegerlo de la deshonestidad de Labán.
La segunda visión que tenemos de la perspectiva de Dios se produce cuando Labán persigue a Jacob para encontrar los dioses domésticos que le ha robado y para despedirse de sus hijas y nietos. Dios se presenta a Labán en sueños y le dice: “Ten cuidado de no decir nada a Jacob, ni bueno ni malo” (Gen. 31:24).
En esta advertencia, se nos recuerda que Dios juró un pacto con Jacob y que Isaac profetizó que Dios bendeciría a los que bendijeran a Jacob y maldeciría a los que maldijeran a Jacob (Gen. 27:29). La deshonestidad y la traición de un hombre como Labán no son nada en comparación con el poder y la sabiduría de Dios para traer la salvación al mundo a través de la descendencia de Jacob.