Lecturas Bíblicas: Día 24
Génesis 25 | Mateo 24 | Ester 1 | Hechos 24
Génesis 25 es un capítulo de transición extrema en el desarrollo de la historia de la salvación de Dios en y a través de su pueblo. En este capítulo, vemos los propósitos de Dios en la elección a través de tres generaciones.
En primer lugar, leemos en Génesis 25 sobre la muerte de Abraham a la edad de 175 años. Abraham sobrevivió a su esposa Sara, e incluso tomó otra esposa llamada Cetura, que le dio muchos hijos. Sin embargo, leemos que “Abraham dio todo lo que tenía a Isaac” (Génesis 25:5) porque Abraham nunca olvidó que Dios había nombrado a Isaac como aquel a través del cual se cumplirían sus promesas del pacto.
En segundo lugar, aprendemos más sobre la historia de Isaac y, en concreto, sobre su relación con Rebeca. Así como Sara, la madre de Isaac, había sido estéril, Rebeca también lo es (Gen. 25:21), e Isaac tuvo que orar para que Dios abriera el vientre de Rebeca. En nuestra meditación sobre Génesis 16, analizamos el tema de las mujeres estériles que aparece en las Escrituras: Rebeca no fue la primera mujer estéril de la Biblia, ni sería la última. Dios se deleita en demostrar su gran amor por las personas débiles y su poder a través de ellas.
En tercer lugar, Génesis 25 nos lleva a la tercera generación, narrando la historia de cómo Rebeca finalmente concibió. De hecho, Rebeca concibió gemelos que lucharon ferozmente en su vientre. Pero desde el principio Jehová había decidido que “el mayor [Esaú] sirviera al menor [Jacob]” (Gen. 25:23).
Jacob y Esaú comparten muchas similitudes con los hijos de la generación anterior, Ismael e Isaac. Ambos grupos de hermanos se encuentran en feroz oposición incluso desde el nacimiento, y en ambos grupos de hermanos Jehová señala a un hijo a través del cual correrán sus promesas de pacto. Antes, Jehová le había dicho a Abraham que “por Isaac le sería nombrada su descendencia” (Gen. 21:12), y ahora Jehová le dice a Rebeca que Esaú servirá a Jacob (Gen. 25:23).
El apóstol Pablo señala esos dos versículos (Gen. 21:12, 25:23) en Romanos 9:6-13 para explicar los propósitos de Dios en la elección. No se trataba de que Ismael o Esaú hubieran hecho algo malo, o de que Isaac y Jacob hubieran hecho algo bueno; de hecho, Pablo insiste en que los propósitos de Dios en la elección se cumplieron específicamente antes de que estos niños nacieran, y antes de que ninguno de ellos hubiera hecho algo bueno o malo.
Por el contrario, los propósitos de Dios eran engendrar la descendencia que había prometido que aplastaría la cabeza de la serpiente (Gen. 3:15), y por eso Dios eligió a personas concretas con las que estableció su pacto, y a través de las cuales levantaría esa descendencia. Como escribe Pablo: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Rom. 9:16).
¿Tu teología pone más énfasis en lo que tú haces para recibir la salvación de Dios o en lo que el Dios que tiene misericordia ha hecho incluso antes de que nacieras, antes de que hubieras hecho nada bueno o malo?