Meditación Bíblica para Génesis 18

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Lecturas Bíblicas: Día 17
Génesis 18 | Mateo 17 | Nehemías 7 | Hechos 17

Génesis 18 contiene una promesa de esperanza extraordinaria y de juicio devastador. En cierto modo, este pasaje marca tanto el comienzo de la descendencia redentora y del pacto de Abraham como el final de la maldad de Sodoma y Gomorra.

Aquí Jehová se le aparece a Abraham en forma de tres hombres. Hay cierto debate sobre si estos tres hombres son Jehová o si son ángeles que lo acompañan, y no dispongo de espacio suficiente en esta meditación para explorarlo. Baste decir que en este pasaje se habla indistintamente de Jehová y de los tres hombres. Génesis 18 no es una prueba de la Trinidad en el Antiguo Testamento, pero deberíamos ver aquí un fuerte indicio de que Jehová existe como tres personas.

Mientras comen juntos, los hombres declaran que la promesa de Jehová por fin se haría realidad: el año que viene por esas fechas, Sara tendría un hijo. Podríamos reprocharle a Sara su falta de fe, riéndose de la promesa de tener un hijo, pero es poco probable que hubiéramos respondido mejor. No sabemos cuándo Abraham y Sara se trasladaron a Canaán, pero sabemos que en ese momento Ismael tenía trece años (Gen. 17:25), e Ismael nació después de que Abraham y Sara llevaran en Canaán el tiempo suficiente como para estar tan desesperados de entregar a Agar a Abraham de modo que esta le engendrara un hijo sustituto a Sara, así que el nacimiento prometido ya se había hecho esperar bastante.

Incluso Abraham había orado para que Ismael hiciese las veces del hijo prometido (Gen. 17:18), pero Dios había insistido en que la descendencia prometida vendría a través de Sara (Gen. 17:19). Tanto Abraham como Sara han vivido al límite probablemente durante al menos dos décadas, y no es de extrañar que les costara creer que iban a recibir todo lo que habían esperado durante el año siguiente.

Pero al mismo tiempo que Jehová trae a colación su descendencia prometida, éste es también el pasaje en el que Jehová anuncia su juicio contra Sodoma y Gomorra a causa de su gran pecado (Gen. 18:20). Curiosamente, aunque Abraham se esfuerza por creer que él y Sara concebirían un hijo, no duda en creer este mensaje de juicio, entrando inmediatamente en el papel de mediador para abogar en favor de Sodoma -incluso negociando para reducir el umbral para la salvación de la ciudad a sólo diez justos (Gen. 18:23-33).

Esta es una bella imagen de la fe genuina. Abraham, con todas sus dudas y recelos personales, suplica sin embargo a Jehová, argumentando: “¿No hará el Juez de toda la tierra lo que es justo?“. (Gen. 18:25). La fe no es la ausencia de duda, sino la voluntad de confiar -y sobre todo de orar- en medio de la duda.

¿A qué duda te enfrentas? ¿Tu respuesta es reírte de las promesas de Dios, o la duda te lleva a acercarte a Dios en oración, como Abraham?

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