Diciembre 6: Meditación Bíblica para 2 Crónicas 6

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Lecturas Bíblicas: Día 340
2 Crónicas 6 | 1 Juan 5 | Habacuc 1 | Lucas 20

En 2 Crónicas 6, el narrador conserva para nosotros la oración de Salomón, y se registra de forma casi idéntica a la oración de dedicación que leemos en 1 Reyes 8. Hasta el final, encontramos una coincidencia significativa en las tres oraciones principales de Salomón: dar gracias a Jehová por mantener el pacto con Israel (1 Re 8:22-26; 2 Cr 6:12-17), preguntar si Dios puede realmente habitar con el hombre en la tierra (1 Re 8:27-30; 2 Cr 6:18-21), y pedir que Jehová escuche las futuras oraciones de su pueblo para perdonar sus pecados (1 Re 8:31-50; 2 Cr 6:22-39). Sin embargo, después de este punto, los dos relatos de esta oración divergen.

En 1 Reyes 8:50-53, Salomón subraya que el Señor había elegido a Israel, separándolo de todas las naciones para que fuera su herencia (1 Reyes 8:53) y sacándolo de Egipto (1 Reyes 8:51, 53). Luego, en 1 Re 8:54-61, Salomón ofrece a Israel una bendición, bendiciendo a Jehová por traer el descanso a su pueblo Israel al mantener cada una de las buenas promesas que le hizo por medio de Moisés (1 Re 8:56), pero también bendiciendo a Israel y rogándole que mantenga sus corazones totalmente fieles a Jehová caminando en sus estatutos y mandamientos para siempre (1 Re 8:61).

En 2 Crónicas 6, sin embargo, el énfasis es diferente. Aquí, Salomón reza: “Jehová Dios, no rechaces a tu ungido; acuérdate de tus misericordias para con David tu siervo” (2 Crónicas 6:42). Hay aquí un reconocimiento implícito de que el pueblo de Israel no será capaz de mantener la alianza con Jehová, como se esperaba en 1 Re 8:61. En cambio, la atención se centra en la necesidad de que el Mesías de Dios, el vástago de David, cumpla el pacto. Ese día, los grandes pecados del pueblo de Jehová serían perdonados, de una vez por todas, ya que su Mesías ofrecería fielmente su propio cuerpo como sacrificio y templo para la salvación de su pueblo.

De este modo, Jesús mismo se convierte en el cumplimiento de las oraciones de Salomón en la consagración del templo, de un modo que el templo mismo nunca logró. En Jesús, el Señor cumple su pacto. En Jesús, el Señor habita con la humanidad en la tierra. A través de Jesús, el Señor escucha las oraciones de su pueblo y le perdona sus pecados. Y será nuestro Mesías Jesús quien nos saque de nuestra esclavitud y nos lleve al descanso eterno ahora que él mismo ha caminado en todos los estatutos y mandamientos de Jehová, muriendo por nuestros pecados.

“Ahora, pues, oh Dios mío, te ruego que estén abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración en este lugar” (2 Cr. 6:40), es decir, a las oraciones ofrecidas por medio de nuestro Mediador, el Señor Jesucristo, que es él mismo templo de Dios.

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