Lecturas Bíblicas: Día 336 2 Crónicas 1 | 1 Juan 1 | Miqueas 7 | Lucas 16 |
Cuando estudiamos 1 Crónicas, nos dimos cuenta de todas las formas en que el Cronista puso a David al frente y en el centro de la historia de Israel. Podríamos pensar, entonces, que encontraremos una expansión similar del papel de Salomón, ya que es el hijo inmediato de David; sin embargo, en 2 Crónicas, encontramos que el Cronista en realidad evita darnos tantos detalles sobre la vida de Salomón como leemos en los relatos de 1 Reyes.
Aquí, en 2 Crónicas 1, por ejemplo, los relatos de Salomón están significativamente truncados. En 1 Reyes 1-2 leemos que Salomón estableció su reino contra Adonías vengándose de los enemigos de su padre David, pero en 2 Crónicas 1 no leemos nada al respecto. Luego, aunque tenemos la historia de 1 Reyes 3 sobre cómo Salomón pidió a Jehová sabiduría cuando Jehová le ofreció cualquier cosa que su corazón deseara, no encontramos la historia de cómo Salomón identificó sabiamente a la madre legítima del bebé de dos prostitutas que leemos en 1 Reyes 3:16-28. Además, en 1 Reyes 4:1-19, leemos una lista de todos los funcionarios de Salomón, una lista similar a las listas de los funcionarios de David que vimos en 1 Crónicas 11, 12, 15, 16, 18 y 23-27. Pero, mientras que el Cronista detalla extensamente todos los funcionarios de los diversos departamentos de la administración de David, no encontramos ninguna lista de este tipo de los funcionarios de Salomón en ninguna parte de 2 Crónicas. Por último, leemos una descripción de la riqueza de Salomón en 2 Crónicas 1:14-17, pero no es ni de lejos tan larga como la que se da en 1 Reyes 4:20-34.
¿Por qué el Cronista se esforzaría tanto en documentar descripciones detalladas del reino de David, pero pasaría comparativamente por alto grandes franjas de detalles sobre el reino de Salomón? De hecho, la redacción de estos relatos evita que pensemos que Salomón es el Hijo mayor de David que hemos estado anticipando, aquel rey Davídico definitivo. La huella cada vez más pequeña de Salomón en los libros de Crónicas nos hace anhelar a Alguien más grande que Salomón (Mateo 12:42).
Hay aquí una advertencia para que no permitamos que nada ni nadie en nuestras vidas desplace al Señor Jesús en nuestros corazones. Es demasiado fácil para nosotros buscar en las cosas buenas -familias, relaciones, carreras, pasatiempos o incluso candidatos políticos- la solución a nuestros problemas, de modo que atamos nuestros corazones a ellas y esperamos encontrar allí algún tipo de salvación. Pero si ni siquiera el propio rey Salomón era aquel gran Hijo de David que reinaría para siempre en el trono de Israel, ¿por qué hemos de creer que nuestros propios sustitutos de Jesús serán suficientes? En palabras del apóstol Juan: “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21).