Diciembre 1: Meditación Bíblica para 1 Crónicas 29

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Lecturas Bíblicas: Día 335
1 Crónicas 29 | 2 Pedro 3 | Miqueas 6 | Lucas 15

Ayer vimos cómo estos últimos capítulos de 1 Crónicas presentan a David como un nuevo Moisés, y aquí, en 1 Crónicas 29:6-9, encontramos una historia más en el mismo sentido, en la ofrenda voluntaria de los israelitas para contribuir con materiales para la construcción del templo. Los términos “ofrecieron voluntariamente” en 1 Crónicas 29:6 aparecen por primera vez en la Biblia en Éxodo -una vez en Éxodo 25:2 para invitar a una ofrenda voluntaria para la construcción del tabernáculo y luego en Éxodo 35:21 y 29 para describir la ofrenda voluntaria que el pueblo aportó para la construcción del tabernáculo. Así como Moisés había recogido la ofrenda voluntaria para construir la primera morada de Jehová en el tabernáculo, ahora David también recoge una ofrenda voluntaria para el templo.

Sin embargo, 1 Crónicas termina con una nota un tanto desconcertante: ¿por qué David no inaugura aquí el reino último, final y consumado de Dios? Como hemos señalado un par de veces, la historia que tenemos en 1 Crónicas omite el pecado de David con Betsabé, así como su incapacidad para hacer frente a la rebelión de Joab y Absalón (entre otros) en su medio, así que ¿por qué entonces David desaparece de la escena aquí? El primer libro de las Crónicas deja esta pregunta sin respuesta.

De hecho, el Cronista escribe esta descripción de David deliberadamente para establecer un patrón que seguiría el Hijo mayor de David. De la misma manera que David no consumó el reino de Dios en la tierra aquí al final de 1 Crónicas, así también Jesús ascendió a su Padre en el cielo después de su resurrección sin llevar a su pueblo directamente a su descanso eterno con él. Al leer la historia final de David en 1 Crónicas 29, debemos sentir lo mismo que sintieron los apóstoles de Jesús antes de su ascensión, cuando preguntaron: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. (Hch 1:6). ¿Es ahora, Señor Jesús? ¿Vienes a eliminar definitivamente la maldición del pecado y de la muerte y a llevar a tu pueblo a su hogar eterno para que ahora podamos estar contigo para siempre?

La feliz -aunque incompleta- historia de la partida de David está escrita para avivar las llamas de nuestro deseo de Jesús. ¿Anhelas el regreso de tu Salvador? ¿Oras: “Ven, Señor Jesús”? (Ap. 22:20)? ¿Te purificas así como él es puro mientras esperas su aparición (1 Juan 3:3)? ¿Estás recogiendo aceite y recortando tus mechas (Mt. 25:1-13) e invirtiendo sabiamente los talentos que él te ha confiado (Mt. 25:14-30)? Se acerca el día en que Él volverá, y en ese día, no dejemos que ninguno de nosotros deje de estar preparado para abrazar a nuestro esposo. Hoy, confía en Él mientras esperas su venida.

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