Meditación Bíblica para Levítico 6

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Lecturas Bíblicas: Día 93
Levítico 6 | Salmos 56 | Proverbios 21 | Colosenses 4

En Levítico 5-6, leemos sobre el último tipo de sacrificio bajo el sacerdocio levítico del antiguo pacto: la ofrenda por la culpa. La ofrenda por la culpa era similar a la ofrenda por el pecado en dos aspectos. Primero, la ofrenda por la culpa, como la ofrenda por el pecado, se ofrecía para expiar un pecado específico, en lugar de ser una ofrenda general por los pecados como el holocausto. En segundo lugar, tanto la ofrenda por la culpa como la ofrenda por el pecado sólo se ofrecían por pecados cometidos involuntariamente (Lev. 5:14, 17), no por pecados cometidos con “soberbia“, es decir, pecados deliberados.

Así pues, la diferencia entre la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa radica en la forma en que la ofrenda por la culpa restituía el valor específico del mal que la persona había cometido. De este modo, si alguien había prometido traer una ofrenda de cierto valor a Dios, pero no cumplía su promesa, el adorador hacía la restitución trayendo el 120 por ciento del valor de la promesa al tabernáculo junto con una ofrenda por la culpa (“añádele un quinto“; Lev. 5:16). O, si alguien engañaba a otra persona en los negocios, el culpable debía igualmente a su víctima el valor total de lo que le había defraudado, más otra quinta parte (120 por ciento; Lev. 6:5). Y sólo después de hacer la restitución, el pecador traería la ofrenda por la culpa ante Jehová para hacer expiación por su pecado.

El principio que subyace a la ofrenda por la culpa es claro: aunque Dios promete que perdonará nuestros pecados, no reteniendo ya su ira y juicio contra nosotros, no existen, sin embargo, sacrificios que nos permitan absolvernos de las consecuencias materiales de nuestros pecados. Cuando hemos agraviado a personas, tenemos deudas reales que debemos saldar.

En su comentario sobre el Levítico, Allen Ross nos recuerda la enseñanza de Jesús, que dijo: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mt. 5:23-24). Luego, Ross escribe sabiamente lo siguiente “Muchos pecados no pueden ser enmendados, pero los que pueden, deben serlo, de lo contrario se obstaculiza la adoración“.1

El hecho de que Jesucristo haya pagado por todos nuestros pecados no significa que las consecuencias de nuestro pecado desaparezcan. Tenemos que buscar a las personas a las que hemos hecho daño, pedirles perdón y, si es posible, devolverles lo que les hemos quitado. La ofrenda por la culpa del Levítico nos ofrece un modelo teológico para separar las cuestiones de la expiación y el perdón ante Jehová de la cuestión de la restitución. El mismo Jesús que hizo expiación por nuestros pecados nos ordena restituir a las personas a las que hemos hecho daño.

¿Hay alguien con quien necesites reconciliarte antes de adorar al Señor hoy?

Notas al pie

  1. Allen P. Ross, Recalling the Hope of Glory: Biblical Worship from the Garden to the New Creation (Grand Rapids, MI: Kregel, 2006), 200. ↩︎

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