Meditación Bíblica para 1 Crónicas 17

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Lecturas Bíblicas: Día 326
1 Crónicas 17 | Santiago 4 | Jonás 1 | Lucas 6

Como ya hemos visto en nuestro estudio de las Crónicas, esta narración de la historia de Israel se centra en la persona de David. El fuerte énfasis en David no sugiere que David mismo sea el punto culminante de la historia de Israel, de modo que lo demás después de la vida de David sea un declive; más bien, el énfasis en David apunta hacia el nuevo David, el vástago de David -uno de sus propios hijos- cuyo reino se establecería para siempre, como Jehová promete aquí en 1 Crónicas 17:11-14.

Ahora bien, si comparamos 1 Crónicas 17 con 2 Samuel 7, veremos pequeñas variaciones en la redacción, pero en su mayor parte se trata de una narración idéntica de la historia, salvo por un detalle crucial. En 2 Samuel 7:14-15, la descripción del pacto de Jehová con David incluía la promesa de que Jehová castigaría al hijo de David, pero que nunca le retiraría por completo su amor y fidelidad al pacto: “Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti”. En 1 Crónicas 17, sin embargo, sólo se incluye una parte de esta declaración: “No quitaré de él mi misericordia, como la quité del que estuvo delante de ti” (1 Crónicas 17:13). ¿Por qué?

La omisión de esta afirmación sobre la disciplina de Jehová concuerda con lo que ya hemos visto en el relato del Cronista sobre David: su interés no es recopilar todas las pruebas necesarias para presentar un alegato contra David y su casa, como en los libros de Samuel y Reyes. Más bien, el énfasis aquí está en el futuro rey davídico que no necesitaría ser disciplinado por su iniquidad. Por lo tanto, el Cronista no está revisando la historia para blanquear a David, sino que lo presenta de tal manera que anticipa al gran David final, el Señor Jesucristo, que no conocería el pecado (2 Co. 5:21) y que, por lo tanto, no necesitaría disciplina.

Sin embargo, ambas narraciones son esenciales. Mientras que la narración del pacto de Jehová con David en 2 Samuel 7 prefiguraba la obra que Jesucristo vino a realizar en la cruz, donde fue disciplinado, azotado con varas y colgado de un madero para morir, cargando con la maldición por nuestra iniquidad, la teología de las Crónicas anticipa el reino eterno que Jesús establecería mediante la obra de su vida, muerte y resurrección. Por tanto, confiemos en la obra consumada de Jesús en la cruz y vivamos diariamente en dependencia del reino que habita ahora entre nosotros, mientras esperamos el reino eterno que Jesús instaurará en su segunda venida.

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