EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS

El plan perfecto de Dios no está restringido a los hechos narrados en el antiguo testamento como muchos creen. Las obras que realizó el Señor Jesús, las que confió a sus discípulos y a la iglesia, y las que realiza el Espíritu Santo en la vida de las personas hoy, también hacen parte del propósito eterno de la divinidad.
panorama-g40f4645e0_1280

No existe duda de que el pensamiento humanista ataca frontalmente el fundamento de las verdades bíblicas, solo porque estas fluyen en dirección opuesta a las normas de conducta universalmente aceptadas (Isaías 5:20). La prueba es que, aun en el entorno de la iglesia, diariamente se introducen ideas sugestivas que procuran alejar a la criatura de su Creador.

Esto sucede principalmente porque preferimos escuchar las voces que se rebelan en contra del mandato divino, antes que la de aquel que siempre estuvo dispuesto a ofrecer una salida. Por eso, anticipándose a todo, Dios diseñó un plan de redención para salvar a un remanente.

El plan perfecto de Dios no está restringido a los hechos narrados en el antiguo testamento como muchos creen. Las obras que realizó el Señor Jesús, las que confió a sus discípulos y a la iglesia, y las que realiza el Espíritu Santo en la vida de las personas hoy, también hacen parte del propósito eterno de la divinidad.

En consecuencia, los hijos de Dios no tenemos por qué temer a las imposiciones mezquinas del mundo ya que nada pueden hacer en contra de lo que el todopoderoso determinó en la eternidad pasada, según el consejo de su voluntad y excelsa sabiduría. Al final, aunque haya oposición, todo se cumplirá como el Señor lo planeó.

Veamos cómo se aprecia el plan de Dios y su santa providencia en las escrituras.

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Dios hace el primer anuncio

Dios reprendió a la serpiente en el Edén diciendo: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar (Génesis 3:15). Eva esperó que la promesa se cumpliere en Caín, pero no fue así. No obstante, la ilusión no murió con el justo Abel, pues, el Señor abrió una rendija con Set (Génesis 4:26).

Luego, al multiplicarse la maldad de los hombres sobre la tierra (Génesis 6:5),Dios ordenó a Noé construir un arca (símbolo de Cristo) en la que cuatro familias se salvarían del juicio divino y se preservaría la simiente de la mujer.

Se confirma la promesa

Posteriormente, en medio de la prueba, cuando Abraham se apresuraba a extender la mano sobre su hijo Isaac, Dios no lo permitió. En vez de ello, lo aprovisionó de cordero para el sacrificio sustituto, (Génesis 22:11-13). Asimismo, reafirmó su pacto con él prometiendo que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra (Génesis 22:15-18):

No podemos olvidar que en esos tiempos el sacrificio de infantes era una costumbre abominable, practicada de manera natural por los pueblos de Canaán y de todo el medio oriente, por ello, no sería extraño pensar que cualquiera hubiese sido tentado a continuar con tales tradiciones.

Sin embargo, este hecho solo confirma el propósito eterno de Dios de redimir al pueblo escogido, entregando a su propio Hijo en expiación por los pecados. Pues, no hay duda de que Isaac prefiguraba a nuestro Salvador.

Gobernando en Egipto

Aunque de la línea de José no vino el Mesías, Dios lo utilizó a él para asegurar que la simiente de la mujer habitara la tierra en el tiempo previsto, y sobreviviera además a la escasez que se apresuraba a caer sobre Egipto y los territorios dominados por el imperio.

Traicionado por sus hermanos y vendido como esclavo, llegó a casa de faraón donde fue nombrado gobernador de Egipto en una época difícil para Israel, (Génesis 45:7). Recuerden, satanás conocía el plan de redención –el Señor lo había dado a conocer a Adán y a Eva en el Edén-. Debido a eso, se encontraba al acecho de los herederos de la promesa, en este caso, los hijos de Jacob.

Para Dios no existen casualidades, pues todo lo tiene previsto y ni una sola circunstancia lo toma por sorpresa.

Moisés en los planes de Dios

Cerca de tres siglos más tarde, cuando Israel se hizo fuerte (Éxodo 1:8-9), un rey que desconocía a José ordenó la muerte de todos los varones recién nacidos. Mas Tola y Fua, parteras de las hebreas, temieron a Dios y se interpusieron en los planes de faraón (Éxodo 1:15-22). Como resultado nació Moisés, llamado por el Señor para sacar al pueblo de la esclavitud de los egipcios (Éxodo 3:9-11).

Joás se salva de morir

El rey Joás es otra evidencia de que el decreto eterno de Dios no es resultado del azar. Tras de la muerte de Ocozías, rey de Judá, Atalía ordenó la ejecución de la línea real para apoderarse del trono y preservar descendencia a Acab y Jezabel, malvados reyes de Israel. No obstante, Josaba, su tía, lo ocultó en el templo durante seis años para apartarlo de la ira de la reina (2 de Reyes 11:1-3).

En tanto que el plan de Dios apuntaba con mayor fuerza a Cristo Jesús, las artimañas del maligno insinuaban persecución y muerte en contra de la simiente bendita. Indudablemente, la tormenta arreciaba con gran poder cuanto más se acercaba la entrada del Mesías a la tierra.

Cautivos en babilonia

La biblia también narra que en los días del rey Asuero (486-465 A.C.), Dios utilizó a Mardoqueo y a su sobrina Ester para preservar posteridad a la simiente de la mujer, justo cuando la arremetida de Aman (fiero opositor de los judíos) procuraban el exterminio de la descendencia de Israel en todas las provincias gobernadas por Jerjes.

Ester fue hecha reina, y Mardoqueo segundo gobernador (primer ministro) del gran imperio persa, en una época en la que las artimañas de Satanás se oponían ferozmente a los planes eternos de Dios. El Señor nuevamente daba vida a un pueblo moribundo cuando la esperanza se extinguía rápidamente. Lo cierto es que todo había sido planificado en la eternidad pasada.

LA SIMIENTE BENDITA

El Señor Jesús tampoco escapó a la tormenta desatada por el engañador. Él y su familia, informados por un ángel de Dios, huyeron a Egipto, lugar en el que el Padre eterno preservó sus vidas hasta la muerte del rey Herodes (Mateo 2:13-16).

No puede negarse que El Señor es confiable y cumple sus promesas: prometió en el Edén una salida para el pueblo escogido y cumplió en Cristo Jesús, la cruz es prueba de ello.

Si bien el acusador de nuestros hermanos ha tratado de interponerse a los propósitos eternos del Creador para echarlos por tierra una y otra vez, el Señor ha sido fiel respondiendo a cada acción del mal con un plan perfecto en el que su Hijo amado es la piedra angular, (Hechos 4:10-12).

EL PLAN DE REDENCIÓN EN LA VIDA DE LOS ESCOGIDOS

Después de apreciar como los ejemplos anteriores convergen directamente en el propósito eterno de Dios, puede describirse brevemente cómo se aplica este en la salvación de todo aquel que ha sido conocido y elegido por el Creador desde antes de la fundación del mundo.:

1. Sabiendo que estamos muertos en nuestras rebeliones y pecados (Efesios 2:1), El Padre nos conduce a Cristo casi sin darnos cuenta. Jesús mismo Lo enseña: nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final (Juan 6:44).

Por medio de Él caminamos hacia la eternidad, pues, El Padre nos lleva al Hijo por su infinita misericordia. Para ello, después de la predicación, el Señor hace un llamado interno al corazón del hombre (llamamiento eficaz) que no puede ser rechazado. Con él, nos invita a pasar de muerte a vida.

2. El plan perfecto de Dios, que no es mezquino para nada, da solución al problema de la muerte espiritual y siembra (gracia), en los corazones del pecador, la semilla de la fe y del arrepentimiento, permitiéndonos creer en la obra redentora de su amado Hijo para transformación del espíritu rebelde.

3. Más tarde, cuando creemos en la obra del Hijo, empezamos a aborrecer la maldad, somos declarados justos por la misericordia de nuestro Padre y salvos por gracia, por medio de la fe (Efesios 2:8-9). La salvación es entonces un regalo que recibimos gratuitamente y nos invita a confesar que Jesús, Dios hecho hombre, nos rescató de la esclavitud del pecado y es nuestro Señor y Salvador.

4. Luego, el Señor nos declara hijos adoptivos (con todos los derechos y beneficios) en Cristo Jesús y llegamos a ser parte de la familia de Dios.

5. Siendo parte del pueblo escogido, el Espíritu Santo inicia el proceso de santificación: posicional (somos apartados del pecado por Dios) y progresiva (dotados paso a paso con el carácter de nuestro Señor Jesucristo).

6. Apartados ahora por Dios para las obras que El mismo preparó de antemano para nosotros, somos guardados en Cristo Jesús y perseveramos en la fe. Dicho de mejor forma, el Señor persevera por sus elegidos (perseverancia de los santos).

Cómo debemos perseverar, Dios nos llena de amor para que le amemos a Él y hagamos su voluntad. Igualmente, nos aprovisiona con su Espíritu para que, poniendo la mirada en Cristo Jesús, esperemos por la patria que no es de este mundo.

7. Finalmente la glorificación: resucitaremos en el Señor con un cuerpo inmortal y ajenos a la corrupción del pecado al término de los tiempos. En fin, Dios es quien provee todo para nuestra santificación y persevera por nosotros hasta el regreso de nuestro Salvador, Jesucristo.

CONCLUSIONES

Dios diseñó un plan de salvación para sus escogidos. Las obras descritas en el antiguo pacto dan testimonio de ello. Estas estaban encaminadas a preservar la simiente de la mujer.

Como iglesia del Señor (judíos y gentiles), alcanzamos la promesa de Abraham en Cristo Jesús, el verdadero receptor de las promesas eternas, y llegamos a ser hijos adoptivos de Dios y coherederos con Él.

Si bien, nuestro adversario anda cual león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8), los creyentes estamos seguros de que Dios combate por nosotros (Deuteronomio 3:22) aun en circunstancias tan complejas y diversas como las que viven las nuevas generaciones.

Ahora, aunque la mayoría lo considere injusto, el propósito eterno del Padre no puede ser alterado en forma alguna. Es más, ni siquiera el embate mezquino del humanismo contemporáneo hace mella en él, puesto que Dios lo predeterminó todo por el consejo de su voluntad y para su eterna gloria.

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on pinterest
Pinterest
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email

Iglesia Reformada Calvary en Santa Marta, Colombia.
Dirección: Carrera 21 Calle 29F- 17 Barrio Los Faroles; Avenida del Ferrocarril.
Contacto: (5)4228013 – (+57) 312 650 64 93.

© 2023 Iglesia Reformada Calvary