Lecturas Bíblicas: Día 97
Levítico 10 | Salmos 11–12 | Proverbios 25 | 1 Tesalonicenses 4
La santidad de Dios es espantosa y terrible, no en el sentido de ser “mala“, sino en el sentido de infundir gran temor, miedo y reverencia. Uno de los grandes pecados de los cristianos modernos es que tomamos la santidad de Dios demasiado a la ligera, haciendo demasiado hincapié en la gracia y el amor de Dios hasta el punto de que su santidad se desvanece por completo.
En Levítico 10, Nadab y Abiú ofrecen algún tipo de fuego no autorizado sobre el altar de Dios, posiblemente después de haber bebido vino o bebidas fuertes (Lev. 10:9). Esta profanación del altar de Jehová y de su santidad provoca que éste consuma a Nadab y Abiú con fuego, proclamando: “En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado” (Lev. 10:3). Obsérvese que Jehová insiste en un tipo especial de responsabilidad para los que están “cerca” de él. Los que gozan del privilegio especial de la presencia de Jehová están sujetos a una norma más estricta que los que no lo están.
La palabra hebrea para “no autorizado” (zarah) es una palabra que aparece en la Biblia principalmente para hablar de las cosas que no están permitidas en la presencia de Jehová. Zarah es el enemigo de la santidad. Así, en Éxodo 30:9 se había prohibido explícitamente ofrecer fuego no autorizado, y más adelante, en Números, una de las principales tareas encomendadas a los levitas no sacerdotes es acampar directamente alrededor del tabernáculo para impedir que personas no autorizadas (zûr, otra forma de zarah; Núm. 1:51) se acerquen demasiado a Jehová -con fuerza letal, si es necesario.
En el Nuevo Testamento, Hebreos 10 interpreta el significado de Levítico 10 para nosotros hoy. En primer lugar, el autor de Hebreos nos dice que, como cristianos, gozamos del alto privilegio de ser llamados a “acercarnos” a Dios por medio de Cristo, hasta la presencia de su santidad (Heb. 10:19-22), igual que Nadab y Abiú. Aun así, nos advierte que si seguimos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad sobre Jesús, nos espera una aterradora expectación de juicio de la santa “furia de fuego” de Dios (Heb. 10:26-27).
Estos pasajes no se refieren a la pérdida de la salvación, sino al tipo de dureza de corazón de alguien que continúa durante un largo período de tiempo escuchando la predicación de la Palabra de Dios, participando en las oraciones del pueblo de Dios e incluso recibiendo los sacramentos del bautismo y la Cena del Señor sin llegar a creer, para al final caer completamente.
Para una persona así, el autor de Hebreos concluye con esta terrible advertencia: “Temible cosa es caer en las manos del Dios vivo” (Heb. 10:31). Haz un balance de tu corazón y de tu vida: ¿Descansas en la protección de la justicia de Jesucristo con plena certeza de fe, o estás en peligro de caer en el juicio del Dios vivo?