Lecturas Bíblicas: Día 89
Levítico 1 | Juan 20 | Proverbios 17 | Filipenses 4
A los cristianos a veces nos cuesta leer el libro de Levítico. Tendemos a ver Levítico como un largo libro de normas que son totalmente irrelevantes para nuestras vidas, y entonces nos resulta difícil centrarnos al leer otra serie de instrucciones sobre cómo ofrecer un sacrificio o buscar la purificación para la lepra. Si esas reglas no se aplican directamente a los cristianos, ¿por qué deberíamos leer este libro?
En realidad, el libro de Levítico tiene profundas implicaciones para entender la teología bíblica. Como hemos visto a lo largo de este estudio, toda la Biblia nos proclama cómo Dios ha hecho un camino para morar con su pueblo para siempre. Pero, si un Dios santo habita con un pueblo pecador, entonces debe asegurarse de que su santidad de fuego consumidor no destruya a su pueblo en la ira.
Aunque el libro de Levítico no es la respuesta final sobre cómo Dios viene a morar con su pueblo, es ciertamente una de las primeras partes de dicha respuesta. Dicho de otro modo, no se puede entender lo que Jesús vino a hacer sin entender la teología de Levítico.
Así, este libro comienza, en los capítulos 1-7, con instrucciones sobre cómo ofrecer sacrificios correctamente. Luego, en los capítulos 8-10, el libro da más instrucciones sobre el sacerdocio en sí, culminando con la historia de la muerte de Nadab y Abiú, los sacerdotes hijos de Aarón que murieron fulminados cuando ofrecieron “fuego no autorizado” (Lev. 10:1), profanando la santidad de Jehová.
En los capítulos 11-22, el enfoque pasa de la santidad de los sacrificios y la santidad de los sacerdotes a la santidad de las personas individuales, con qué tipo de alimentos podían comer los israelitas, cómo se purifica una mujer después del parto, cómo tratar la lepra, las enfermedades y las descargas corporales, qué cosas suponen relaciones sexuales prohibidas y qué tipos de sacrificios podía ofrecer Israel para expiar sus pecados.
La última sección del libro, los capítulos 23-27, contiene normas para la nación en su conjunto, como las fiestas que Israel debía celebrar, la forma correcta de hacer justicia a los pobres y la importancia de hacer y cumplir los votos. En cierto modo, el punto culminante del libro se encuentra en Levítico 26, cuando Jehová expone las bendiciones que concede a Israel por su obediencia, así como las maldiciones que lanzará contra él si desobedece.
Levítico no es un aburrido libro de reglas, sino un drama con lo más importante en juego. Si Israel camina en obediencia, santidad y pureza, Jehová promete bendiciones; si desobedece, entonces Jehová promete derramar sobre Israel las maldiciones que había reservado para las naciones. Y sin embargo, es en medio del fracaso final de Israel -no de su éxito- donde Jesús hace su entrada en la historia de la humanidad.
Levítico ilumina la grandeza de la santidad de Dios -y, por tanto, la grandeza de nuestro pecado- para que podamos ver la grandeza de nuestro Salvador.