Imagina por un momento que fueras uno de los judíos en el camino a Emaús, tratando de averiguar qué había pasado exactamente con la crucifixión de Jesús y los rumores de su resurrección que se extendían rápidamente, y de repente Jesús mismo se hubiera encontrado contigo en el camino. Mientras empezaba a desvelarte toda la historia de las Escrituras, tu corazón habría ardido dentro de ti al preguntarte Jesús: “¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y entrara en su gloria?“. (Lucas 24:26), y al darte cuenta de que las historias que habías oído durante toda tu vida -incluida la historia de José- apuntaban todas hacia Jesús.