La circuncisión fue dada para anunciar el evangelio de Jesús en un símbolo. Ya no necesitamos la circuncisión física, pero todavía necesitamos lo que la circuncisión señalaba: a Jesucristo y a este crucificado. Necesitamos que nuestros corazones sean circuncidados, necesitamos que Jehová sea Dios para nosotros y para nuestros hijos después de nosotros, y necesitamos las promesas del pacto que fueron aseguradas para nosotros en Cristo.