A los que se saben débiles les suele resultar mucho más fácil comprender la bondad de la gracia de Dios que a los orgullosos, fuertes y ricos, y por eso el Rey Jesús también elige como suyos a los más débiles de entre nosotros. Mefi-boset había experimentado la bondad del rey, incluso había comido en la mesa de David, de modo que ya no le importaban las riquezas ni las influencias: sólo quería a su rey.
Si Jesús te ha invitado, como a Mefi-boset, a comer a su mesa, ¿por qué, como Joab y Simei, te aferras a las demás cosas de este mundo como si fueran lo único que tienes?