Como descubriremos en los próximos capítulos, David está estableciendo el modelo que Jesús llevaría a su culminación final: el Mesías debe sufrir, pero Dios vindica a su Mesías a los ojos de todo el mundo para establecer el reino de su Mesías para siempre. A través de la debilidad y el sufrimiento de Jesús, Dios salvaría poderosamente a todo su pueblo, no sólo en Jerusalén, sino en todo el mundo.