En la vida de Saúl -como en las vidas de muchos de los demás reyes de Israel- leemos una sombría advertencia a perseverar. Hay tantos reyes que empiezan bien para luego naufragar en su fe en diversos grados. Todos ellos, sin embargo, nos obligan a recordar que todavía queda mucha batalla por librar hasta que lleguemos a nuestra herencia eterna. Es fundamental que no permitamos que las acciones al final de nuestras vidas traicionen las cosas positivas con las que las comenzamos.