¿Realmente queremos escuchar lo que Dios tiene que decir? Si es así, nos dedicaremos a estudiar su palabra, porque eso es lo que nos ha dicho. Nuestro deseo de oír alguna palabra adicional del Señor no es señal de nuestra devoción, sino de la dureza de nuestro corazón, que muestra que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa para beneficiarnos a nosotros mismos, en lugar de escuchar la palabra de Dios.