Al igual que con el tabernáculo, Jehová está creando un nuevo Jardín del Edén donde puede habitar en medio de su pueblo. El templo estaba destinado a permanecer para siempre como el lugar donde la gloria de Dios habitaba en medio de su pueblo y el medio por el cual Dios renovaría la creación, pero no es así como transcurre la historia. Este templo es glorioso, pero no marca el comienzo de la nueva creación. El pueblo de Israel seguirá languideciendo en la dureza de su corazón, e incluso el rey Salomón pronto empezará a abandonar a Jehová para adorar a dioses falsos (1 Re 11,4).