Una de las maneras en que debemos orar, entonces, debería ser pedirle a Dios, como lo hizo Salomón, sabiduría para vivir nuestras vidas hábilmente, no para que tengamos éxito en formas puramente mundanas, sino para que seamos conformes a la imagen de Jesucristo: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: “El que se gloría, gloríese en el Señor”” (1 Cor. 1:30-31).