Meditación Bíblica para 1 Reyes 3

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Lecturas Bíblicas: Día 274
1 Reyes 3 | Efesios 1 | Ezequiel 34 | Salmos 83–84

El reino de Salomón se eleva a grandes alturas principalmente a través de los acontecimientos de la historia de la lectura de hoy en 1 Reyes 3. Salomón no es un rey ordinario, aunque, como dijimos ayer, tampoco será el rey mesiánico definitivo que salvará por completo al pueblo de Dios de la maldición del pecado y la muerte en este mundo. Sin embargo, la gloria de Salomón superará a la de todos los reyes que le seguirán gracias a la sabiduría que Dios le concede en esta historia.

Es encomiable que, cuando Jehová le ofrece a Salomón cualquier regalo, Salomón sólo le pida sabiduría. Él recuerda que Jehová había mostrado un amor grande y firme a su padre, David (1 Re 3,6). También reconoce sus propias limitaciones como “niño pequeño” que “no sabe salir ni entrar” (1 Re 3,7). Contemplando la gran multitud del pueblo de Jehová, Israel, Salomón pide: “Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?”. (1 Re 3,9).

Esta petición agrada a Jehová, que elogia a Salomón reconociéndole que “no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio” (1 Re 3,11). En otras palabras, Salomón no pide enriquecerse, sino dones que bendigan al pueblo que Dios le ha llamado a pastorear como rey. Por tanto, Jehová promete dar a Salomón no sólo sabiduría, sino también riquezas y honores a un nivel que ningún otro rey alcanzaría (1 Re 3,13). Además, Jehová promete que dará a Salomón una larga vida si guarda los estatutos y mandamientos de Jehová todos los días de su vida (1 R 3:14).

La principal responsabilidad de un rey es gobernar y juzgar al pueblo de Dios, por lo que Salomón tiene razón al pedir sabiduría que le permita cumplir su función con fidelidad y destreza. Sin embargo, Salomón no utilizará esta sabiduría para mantener puro su corazón y seguir a Jehová. Finalmente, Jehová enviará otro tipo de sabiduría: la personificación de la propia sabiduría de Dios en Jesucristo. Así, Jesús es descrito como el Verbo (lit., “sabiduría” o “razón“) de Dios que se hizo carne (Juan 1:14) y como “la sabiduría de Dios” (1 Cor. 1:24).

Una de las maneras en que debemos orar, entonces, debería ser pedirle a Dios, como lo hizo Salomón, sabiduría para vivir nuestras vidas hábilmente, no para que tengamos éxito en formas puramente mundanas, sino para que seamos conformes a la imagen de Jesucristo: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: “El que se gloría, gloríese en el Señor”” (1 Cor. 1:30-31).

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