Meditación Bíblica para Génesis 6

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Lecturas Bíblicas: Día 6
Génesis 6 | Mateo 6 | Esdras 6 | Hechos 6

La breve y vaga descripción de los Nefilim en Génesis 6:1-4 ha dado lugar a todo tipo de interpretaciones extrañas a lo largo de los años. ¿Son los hijos de Dios ángeles caídos que tomaron para sí esposas humanas, creando hijos semidioses? ¿O se trata simplemente de literatura mitológica corriente, el equivalente hebreo del Hércules griego (el vástago de Zeus y una mujer humana)?

Yo creo que no. En lugar de eso, me convencen quienes sostienen una interpretación mucho más sencilla de este pasaje. Para mí, la mejor explicación de este texto es entender las frases “hijos de Dios” e “hijas del hombre” no como referencias a ángeles y humanos, sino como referencias a las genealogías de Set y Caín, respectivamente.

Los “hijos de Dios” son entonces los descendientes piadosos de Set, el hijo que sustituyó a Abel como descendiente de Adán y Eva (Gen. 4:25). El linaje de Set culmina en Noé, el que traería alivio de la maldición de la tierra (Gen. 5:29). Las “hijas del hombre” son los malvados descendientes de Caín, un linaje que culmina en el chocante Lamec, que asesina con ligereza a un hombre que simplemente le había golpeado (Gen. 4:23-24).

Hay varias razones por las que esta interpretación tiene más sentido. En primer lugar, entender a los hijos de Dios como seres humanos y no como algún tipo de criaturas sobrenaturales ayuda a evitar la extraña idea de que los ángeles u otras criaturas sobrenaturales puedan de algún modo procrear con seres humanos. Este es el único pasaje que sugiere remotamente tal cosa, por lo que probablemente no sea prudente construir toda una doctrina sobre las capacidades reproductivas de los ángeles a partir de este pasaje.

En segundo lugar, el contexto de Génesis 4-5 casi que exige esta interpretación de los Nefilim. En Génesis 5:3, leemos que Adán “engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y le puso por nombre Set“. Las frases “a su semejanza” y “según su imagen” hacen eco de la propia creación de Adán por parte de Dios (Génesis 5:1; cf. Génesis 1:26-27). No es que Dios “engendrara” a Adán del mismo modo que Adán engendró a Set (y no del modo en que fue engendrado el Hijo de Dios), sino que Génesis 5 está escrito para describir a los hijos de Dios, empezando por Adán.

Todo esto se reduce a la promesa que Dios hizo a Adán y Eva en el Jardín, de que la descendencia de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente (Gen. 3:15). La maldad es tal que Dios había levantado una línea piadosa a través de Set, pero la descendencia de Set comenzó a mezclarse con la descendencia de Caín, que Dios había maldecido. No hemos avanzado mucho en la historia de la salvación, y el pueblo de Dios ya está poniendo en peligro la venida de Aquel que aplastaría la cabeza de la serpiente.

Piensa en la historia de la Biblia: ¿Cuántas maneras puedes recordar en las que Dios superó los fracasos de su pueblo para traer la salvación al mundo a través de su Hijo Jesús?

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