Meditación Bíblica para Génesis 8

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Lecturas Bíblicas: Día 8
Génesis 8 | Mateo 8 | Esdras 8 | Hechos 8

En Génesis 6, Dios ordena a Noé que construya un barco gigante -un arca- que lo transportaría a él, a su familia y a todas las especies animales de la creación. Como consecuencia de la maldad humana, Dios prometió destruir el mundo entero con un diluvio.

El diluvio fue más que una destrucción masiva: fue la destrucción de la creación misma. Dios destruiría todas las criaturas buenas que había creado: “Borraré al hombre que he creado de la faz de la tierra, al hombre y a los animales y a los reptiles y a las aves de los cielos, porque me arrepiento de haberlos hecho” (Gn 6:7).

El agua era símbolo de caos y rebelión contra Dios. Antes de que Dios pusiera orden en la creación, no existía nada excepto las caóticas aguas (Gn. 1:2), y los escritores bíblicos alaban con frecuencia a Dios por cómo había puesto límites permanentes a las aguas, insistiendo en que no invadieran la tierra (Gn. 1:9-10; Job 38:8-11; Sal. 104:6-9; Prov. 8:29; Jer. 5:22).

“Pero Noé halló gracia ante los ojos de Yahveh” (Gén. 6:8). A pesar de que Dios estaba destruyendo el mundo entero alrededor de Noé, Dios ordenó un vehículo a través del cual Noé y su familia podrían ser llevados a salvo a través del diluvio.

Es más, Dios preservó a representantes masculinos y femeninos de cada especie animal. En cuanto el diluvio amainó y volvió a haber tierra seca, Dios repitió el mandato que había dado a Adán y Eva en el Jardín del Edén, diciendo tanto a las personas como a los animales que “fructificaran y se multiplicaran sobre la tierra” (Gn 8:17). Aunque Dios casi había aniquilado la creación con un diluvio, preservó un remanente a través del cual repoblaría todo el mundo.

De todos los escritores del Nuevo Testamento, el apóstol Pedro parece ser el más interesado en las implicaciones de esta historia del diluvio. En primer lugar, Pedro afirma en 1 Pedro 3:18-22 que nuestro bautismo se corresponde con el arca como medio por el que Dios nos hace pasar graciosamente por su juicio. Nuestro bautismo no limpia la suciedad de nuestros cuerpos, escribe Pedro, sino la suciedad de nuestras almas, mediante la muerte y resurrección de Jesucristo.

En segundo lugar, Pedro explica en 2 Pedro 3:5-7 que la historia del diluvio contiene una advertencia sobre el juicio futuro. Dios promete en Génesis 9 que nunca más destruirá el mundo con un diluvio, pero se acerca el día, escribe Pedro, en que Dios destruirá el mundo con fuego.

La historia de Noé es una historia de gracia, pero también de juicio. En otras palabras, la historia de Noé es una historia sobre el Evangelio: todos aquellos que han sido bautizados en Cristo serán preservados y protegidos del juicio venidero para aquellos que rechazan a Cristo como aquellos en los días de Noé rechazaron el arca.

El que tenga oídos para oír, que oiga.

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