Meditación Bíblica para Génesis 16

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Lecturas Bíblicas: Día 15
Génesis 16 | Mateo 15 | Nehemías 5 | Hechos 15

En Génesis 12, leemos que Abram había desconfiado y desobedecido a Jehová yéndose a Egipto a causa del hambre en la tierra de Canaán. Además del pecado de abandonar el lugar donde Jehová le había dicho a Abram que se quedara, Abram también mintió al faraón de Egipto, diciéndole que su esposa no era más que su hermana por miedo a perder la vida. Antes de que se supiera la verdad, el faraón trató bien a Abram por amor a Sarai, dándole muchas riquezas, incluidas “siervas” (Gen. 12:16). La trama de Génesis 16 gira en torno a Agar, una de las siervas que Abram recibió en Egipto.

Sin embargo, Génesis 16 no se centra en Agar, sino en Sarai, la esposa de Abram. Sarai es la primera de una larga lista de mujeres de la Biblia que se enfrentan a la infertilidad, como Raquel, la esposa de Jacob (Gen. 29:31); la madre anónima de Sansón (Jue. 13:2); y Ana, la madre de Samuel (1 Sam. 1). ¿Por qué crees que Dios utiliza con tanta frecuencia a mujeres estériles en su historia?

Creo que parte de la respuesta radica en el hecho de que la infertilidad es una condición de impotencia absoluta, especialmente en la época anterior a la existencia de tratamientos médicos eficaces. Como tal, la infertilidad es una ilustración perfecta de la impotencia del mundo en pecado: dependemos totalmente de la descendencia prometida de la mujer que vendrá a aplastar la cabeza de la serpiente (Gen. 3:15), pero no podemos curar los problemas de fertilidad que impiden la descendencia en absoluto.

Además, reconocemos en estos relatos el gran amor de Dios por estas mujeres que eran objeto de burla y vergüenza por su condición. Dios atrae continuamente a las mujeres estériles al centro de su historia porque las ama y porque obtiene un tipo especial de gloria al sacar vida de su esterilidad. En consecuencia, no es casualidad que el propio Hijo de Dios naciera de una mujer estéril por no haber conocido nunca sexualmente a un hombre: Jesús nació de una virgen para que Dios fuera glorificado incluso en la concepción y el nacimiento de Él.

Pero Sarai no entiende esto, ni tampoco nosotros, si hubiéramos estado en su lugar. Desesperada, intentó algo que tenía sentido según las costumbres de la época, dando a su sierva egipcia a Abram para que fuera una madre subrogada. Por supuesto, el embarazo de Agar no hizo más que aumentar la vergüenza y la miseria de Sarai, en lugar de ofrecerle algún tipo de consuelo.

La historia de Agar, Ismael, Sarai y Abram está lejos de terminar, pero hoy medita sobre esta pregunta: ¿Hay lugares en tu vida en los que estás aplicando soluciones humanas para superar debilidades que Dios pueda estar dándote para su propia gloria? ¿Es posible que no estés resolviendo tu problema, sino sólo creando problemas adicionales al actuar por impaciencia y desesperación?

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