Lecturas Bíblicas: Día 95
Levítico 8 | Salmos 9 | Proverbios 23 | 1 Tesalonicenses 2
Levítico 8 marca la ordenación oficial de Aarón y sus hijos como sacerdotes ante Jehová, un momento crucial para Israel. En Éxodo 18 vimos cómo el liderazgo de Israel se ampliaba más allá de Moisés cuando éste nombró una jerarquía de jueces que le ayudaran a impartir justicia al pueblo, pero ahora Aarón y sus hijos asumen el papel de sacerdotes para ayudar a mediar entre Jehová e Israel.
Los sacerdotes levitas fueron escogidos de Israel y apartados del resto de la nación -e incluso de los demás miembros de la tribu de Leví que no descendían directamente del propio Aarón- para un fin especial. A partir de ese momento, servirían como representantes elegidos de toda la nación de Israel ante el propio Jehová en el tabernáculo, llevando las ofrendas y sacrificios de la nación y suplicando a Jehová en nombre de su pueblo. En consecuencia, los nombres de las tribus de Israel se inscriben físicamente en las joyas del efod y del pectoral de los sacerdotes (Lev. 8:7-8; cf. Éx. 28:29, 39:14), e incluso el Urim y el Tumim simbolizan el juicio del pueblo de Israel que los sacerdotes llevan en su corazón ante Jehová (Lev. 8:8; Éx. 28:30).
Además, los sacerdotes levitas servirán como representantes elegidos de Jehová ante Israel. Sus turbantes llevan una corona con la inscripción “Santidad a Jehová” (Lev. 8:9; cf. Ex. 28:36, 39:30), y los sacerdotes consultarían el Urim y el Tumim para determinar la voluntad de Jehová en asuntos complicados (Esdras 2:63). Los sacerdotes (junto con los demás levitas) también serán los principales maestros de la ley para el pueblo de Israel (Deut. 33:10; Neh. 8:1-8).
Jehová no ha permitido que ningún otro se presente ante él de esta manera, por lo que los sacerdotes levitas soportan una gran carga y también disfrutan de un gran privilegio que el resto de su pueblo nunca experimentará.
Es importante reconocer, sin embargo, que esta función sacerdotal nunca estuvo destinada a ser permanentemente exclusiva de los hijos de Aarón. Jehová pretendía que los sacerdotes levitas ejercieran esta responsabilidad de mediar entre Él y el pueblo de Israel sólo hasta que pudiera introducir un nuevo y único sumo sacerdote -su propio Hijo Jesucristo- que serviría como único mediador entre Dios y los hombres (1 Tim. 2:5), obteniendo su sacerdocio no según la legislación del sacerdocio levítico, sino según la promesa (Sal. 110:4), según el orden de Melquisedec (Heb. 7).
Pero además, Jehová sólo pretendía que los hijos de Aarón sirvieran como sacerdotes hasta que pudiera hacer de todo su pueblo una nación de sacerdotes mediante el nuevo pacto. De hecho, tú y yo hemos sido hechos sacerdotes ante Jehová (1 Pe. 2:5) por medio de Cristo, un tema que exploraremos en la meditación de mañana.