1. Dios dio a Adán una ley como un pacto de obras, por
la cual le obligó, a él y a toda su posteridad, a una
obediencia personal, completa, exacta y perpetua; le
prometió la vida por el cumplimiento de esa ley, y le
amenazó con la muerte si la infringía; dándole además el
poder y la capacidad para guardarla.
2. Esta ley, después de la caída de Adán, continuaba
siendo una regla perfecta de rectitud; y como tal fue
dada por Dios en el monte Sinaí, en diez mandamientos,
y escrita en dos tablas; los cuatro primeros
mandamientos contienen nuestros deberes para con
Dios, y los otros seis, nuestros deberes para con los
hombres.