Los mandamientos de Números 28 constituyen el telón de fondo de la carta a los Hebreos, que es una súplica a los que antes estaban empapados de sangre en la adoración del antiguo pacto para que no vuelvan a ella.
¿Por qué? Porque “es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados” (Heb. 10:4). En cambio, necesitamos un sacrificio mucho mejor, por lo que el autor de Hebreos recuerda a los cristianos judíos cuánto mejor es la sangre de Jesús: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Heb. 10:14).