El hecho de que Jesucristo haya pagado por todos nuestros pecados no significa que las consecuencias de nuestro pecado desaparezcan. Tenemos que buscar a las personas a las que hemos hecho daño, pedirles perdón y, si es posible, devolverles lo que les hemos quitado. La ofrenda por la culpa del Levítico nos ofrece un modelo teológico para separar las cuestiones de la expiación y el perdón ante Jehová de la cuestión de la restitución. El mismo Jesús que hizo expiación por nuestros pecados nos ordena restituir a las personas a las que hemos hecho daño.
¿Hay alguien con quien necesites reconciliarte antes de adorar al Señor hoy?