Jesús adoptó exactamente el mismo enfoque de la ley en su Sermón del Monte, señalando primero qué acciones específicas prohibía la ley y luego intensificando esas prohibiciones al tratar los pensamientos y las intenciones del corazón. De este modo, tras reconocer que el violaba la ley (Mt. 5:21), Jesús intensificó esa ley enseñando que incluso la ira o un arrebato de rabia te pondrán en peligro de las llamas del infierno (Mt. 5:22). Aunque la ley se ocupaba en gran medida del comportamiento externo, aquí en Levítico 19 vislumbramos cómo la ley presionaba más allá de nuestras acciones para llegar al problema real y de raíz: la pecaminosidad de nuestros corazones.