El plan de Dios de bendecir a todas las familias de la tierra es más grande que Jacob, Esaú, Rebeca e Isaac. El plan de Dios no puede descarrilarse por disputas familiares, geografía o por un pecado imprudente.
Dios logrará todo lo que se propone a través de Jesucristo, y lo hará a través de nosotros o a pesar de nosotros.