La doctrina de la elección, no nos ha sido dada para que pasemos el tiempo especulando sobre quién está dentro y quién está fuera, sino para que reconozcamos que los propósitos de Dios prevalecen incluso en las vidas de personas desordenadas como Abraham, Isaac y Jacob, como tú y como yo. Aquellos a quienes Dios conoció de antemano, predestinó, llamó, justificó y glorificó, recibirán la salvación, no por su bondad, sino por la gracia de Dios.