No es de poca importancia, tras ver escenas de hombres encontrando a sus futuras esposas en un pozo, que Jesús finalmente conociera y hablara con una mujer samaritana en un pozo en Juan 4, preguntándole por su marido. Jesús había venido como el gran esposo a tomar para sí un pueblo como esposa, y demostró su profundo amor escogiendo a una mujer
para reunirse con ella en un pozo, como Isaac, Jacob y Moisés habían hecho antes que él. No es que Jesús buscara únicamente a esa mujer, sino que eligió a esa mujer indigna para mostrarnos que, junto con ella, busca a otros pecadores miserables como tú y como yo.