Esta es una bella imagen de la fe genuina. Abraham, con todas sus dudas y recelos personales, suplica sin embargo a Jehová, argumentando: “¿No hará el Juez de toda la tierra lo que es justo?“. (Gen. 18:25). La fe no es la ausencia de duda, sino la voluntad de confiar -y sobre todo de orar- en medio de la duda.